No puedo más que aplaudir las recientes protestas del sector agrario para defender una actividad esencial para nuestra supervivencia, pero que pasa desapercibida para los sibaritas que sólo participamos en el último eslabón de la cadena productiva cuando pagamos el producto en el supermercado y lo consumimos. No cabe duda de que la situación actual es difícilmente sostenible para los pequeños y medianos agricultores, a los que, por otro lado, imagino que no les hará ninguna gracia que ciertos políticos aprovechen las movilizaciones para sacarse la instantánea de rigor con fines meramente electorales. De repente, a los defensores de las grandes empresas como Mercadona, que sigue multiplicando sus beneficios mientras el campo se desangra, parece que les apasiona la agricultura y fotografiarse con tractores. Tampoco creo que ayude la presencia de negacionistas del cambio climático que criminalizan la Agenda 2030 cuando precisamente el calentamiento global es uno de los responsables de que las cosechas empeoren y el agua escasee. En cualquier caso, intentaré obviar las fotos de los políticos o vídeos como el de los agricultores ataviados con banderas de España cortando jamón en un quitamiedos, y abogar por un pacto que favorezca al campo sin perjudicar el medio ambiente.