El asunto ha pasado casi de puntillas y creo que no debería. 33 fiscales generales de EEUU han presentado una demanda federal contra Meta –matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp– bajo la acusación de engañar a los usuarios de sus aplicaciones respecto a los riesgos asociados al uso de redes sociales y contribuir a una crisis de salud mental entre los jóvenes. Otros ocho fiscales generales han demandado a Meta en tribunales estatales y el estado de Florida lo ha hecho por separado. Las demandas sostienen que Meta desarrolló funciones adictivas para “enganchar” a los usuarios, ocultando los “peligros sustanciales” de sus plataformas. Estas demandas hunden sus raíces, en buena medida, en las revelaciones de una antigua directiva de Facebook. Esta mujer publicó documentos internos que evidenciaban, entre otras cuestiones, que Meta era consciente de la “toxicidad” de Instagram para los menores. Hay quien ya compara estas demandas contra Meta con los grandes procesos judiciales contra la industria tabaquera. Las fallas que han aflorado con la extensión del uso de las redes sociales deberían servir de alarma a la hora de gestionar y controlar tecnologías que se desarrollan a gran velocidad y con escaso control, como por ejemplo la inteligencia artificial. Antes de que vuelva a ser tarde.