El único sentido que tiene la vida es que te recuerden aquellos a los que mejoraste la suya. Con mayor razón si parte de tu existencia la dedicas a la política y aún más si se trata de una actividad institucional remunerada. Esa concepción de servicio público resulta la antítesis de la mala política que pervierte la oratoria para ahondar en las diferencias en lugar de para sellar acuerdos en beneficio de la mayoría ciudadana, mejor cuanto más amplia.

Euskadi se ha erigido esta semana en ejemplo de que la dialéctica constructiva se traduce en estabilidad en provecho de la gente. Ahí están los históricos datos del empleo vasco en septiembre, que refieren la menor cifra de personas paradas y a la vez la mayor de cotizantes en este mes de los últimos quince años. Con casi 40.000 desempleados menos desde que comenzó la legislatura y en cifras de máximos en contratación indefinida, lo que demuestra un buen hacer en el ajuste entre la oferta y la demanda laborales en una coyuntura inflacionaria que encarece los costes y detrae el consumo en deterioro de la economía en su conjunto. Sin un ápice de autocomplacencia, se trata de acrecentar la calidad del empleo para posibilitar más –y antes– proyectos autónomos de vida y el vigor del tejido productivo. Con especial énfasis en la internacionalización de las pymes sobre el impulso innovador cimentado en la digitalización y en paralelo con políticas que procuren el arraigo inversor de la gran industria pese a la tentación de deslocalizarse a otros entornos que ofrezcan mayores márgenes o más paz social.

Este ecosistema de pujanza y certeza económicas tiene su basamento en la formación académica e instrucción técnica de la población juvenil, cuyo talento debe maximizar el sistema educativo. En ese ámbito Euskadi también ha avanzado esta semana con el acuerdo entre PNV y PSE para la nueva Ley de Educación al fin de capacitar a las nuevas generaciones para su desempeño en un mercado competitivo como nunca antes. La controversia política se ha encauzado incluyendo en el preámbulo la vigencia de los modelos lingüísticos, urgidos en todo caso de adaptación para cumplir con la exigencia de un perfil B2 en euskera al terminar la ESO. Aunque la norma cuenta con mayoría absoluta, su carácter troncal y su vocación de futuro aconsejaría la suma de EH Bildu vía enmiendas, con Podemos ajeno ya al pacto, al igual que el PP.

Ese consenso sociojeltzale desde la centralidad y el pragmatismo opera asimismo en Gasteiz si bien como minoría mayoritaria necesitada de unos apoyos en función de los contenidos a los que igualmente esta semana ha apelado la alcaldesa Etxebarria, en particular en materia de movilidad y de vivienda. Aun con la crítica inherente a la oposición, se vislumbra una apertura siquiera al diálogo, la herramienta básica que hace progresar a las sociedades. Incluso en un contexto preelectoral vasco como este, tiznado además por las arduas negociaciones en Madrid, sirvan estas modestas líneas como llamada a encontrar mínimos comunes denominadores en aras al interés general. En reivindicación de la política honesta, además de honrada.