Hace un par de años asistíamos por estas fechas estupefactos al circo de tres pistas, que nada tenía de gracioso y mucho de efectista, organizado en el Capitolio estadounidense. Un tipo con piel de bisonte y cuernos y algún otro fenómeno singular convirtieron aquel asalto en carne de meme, mientras todo un señor presidente esperaba en su despacho oval. Había quien albergaba la esperanza, o más bien el interés, de ver si el viento cambiaba de dirección y lo que las urnas les habían quitado se lo daba una horda secuestrando uno de los poderes del Estado. La bromita. Pues la bromita ya tiene su versión 2.0. Casi coincidiendo en la fecha, otro grupo de insatisfechos con un resultado electoral sigue esa senda, esta vez en Brasil. La turba bolsonarista llevaba semanas acampada ante cuarteles reclamando al Ejército un golpe de Estado contra el recién elegido presidente, Lula da Silva. Y el domingo asaltaron las sedes del Congreso, la Presidencia y el Tribunal Supremo. No les quedó ni uno de los tres poderes. A Bolsonaro, todo esto le ha pillado, casualidades, en Florida. Ha hablado de “vandalismo e invasiones de edificios públicos”. Vaya... pelín escasito... En Madrid, ya hay quien ha arrimado el ascua a su sardina, por supuesto. Y así, de banalización en banalización, cualquier día nos vamos a llevar un susto de verdad.