Más allá de la ronda de dieciseisavos de final de la Copa de Rey de fútbol disputada esta semana, han sido varios los medios de comunicación que han elevado a categoría de noticia el viaje del Real Madrid a Cáceres para medirse al conjunto de extremeño. La ausencia de infraestructura para el desplazamiento en avión llevó al club a decantarse por cubrir los 295 kilómetros a bordo de un autobús en poco más de tres horas. Este mundano e irrelevante hecho ha acaparado minutos de radio y comentarios entre los periodistas que siguen la actualidad del equipo merengue. Todos ellos resaltaban la peculiaridad del viaje por carretera para unos acomodados y millonarios futbolistas que viven durante muchas horas en el aire viajando de una ciudad a otra y sin enterarse de lo que pasa en la tierra. Al final, la plantilla viajó con toda normalidad aunque el brasileño Rodrygo se despachó con un “prefiero el avión” cuando pisó suelo cacereño tras 180 minutos de viaje. Le parecería una pérdida de tiempo a este futbolista, acostumbrado a desplazarse en avión entre puntos tan lejanos como Madrid y Valladolid (31 minutos de vuelo) o emplear dos aviones vacíos entre esas ciudades para su comodidad generando ocho toneladas de CO2.
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