Hasta hace no tanto ser aficionado al fútbol era sencillo. Bastaba con abstraerse de los dilemas morales por las indecentes cantidades que mueve y tragar con las normas del odioso fútbol moderno. La pasión por unos colores podía con todo. Pero ahora todo se ha complicado. Ya no basta con sentar cátedra sobre el 4-4-2, los extremos abiertos o si el delantero ha de jugar de espaldas o al espacio en virtud de la experiencia acumulada en cientos de pachangas. Ahora hay que saber de números, balances, pagos fraccionados, amortizaciones… Y es que el límite salarial se ha convertido en el protagonista de las tertulias futboleras y del mercado de fichajes de este verano en LaLiga. Lleva vigente desde hace años pero nunca había condicionado tanto la actividad de las direcciones deportivas de los clubes. Todos mis esfuerzos para entender las fórmulas que rigen el concepto han sido en vano. Y creo que no soy el único. Muchos alavesistas no terminan de entender que el club tenga tantas trabas para incorporar jugadores pese a haberse desprendido de la mayor parte de la plantilla de Primera y de sus altos sueldos. El plazo de fichajes se cierra este jueves a medianoche. Veremos qué malabares logra hacer la secretaría técnica para dar respuesta a las demandas del entrenador.