os estamos cargando el planeta. Las recientes noticias sobre la aceleración del deshielo en los polos no hacen más que confirmar nuestra tendencia a la autodestrucción. Es cierto que poco podemos hacer los ciudadanos de a pie, ya que frenar el cambio climático requiere una estrategia coordinada entre los grandes países contaminantes, algo que, como bien sabemos, se limita a palabras y promesas vacías. Sin embargo, hay pequeños gestos con los que ayudar a quienes más están sufriendo las consecuencias de la crisis climática, algo que tarde o temprano también nos salpicará a nosotros. En mis recientes vacaciones, por ejemplo, he visitado el desierto de Atacama en Chile, una maravilla natural que ha corrido la mala fortuna de ser uno de los lugares con más litio del planeta, lo cual ha derivado en una explotación minera desconsiderada y muy contaminante, a fin de lograr materia prima para las baterías de nuestros coches eléctricos y teléfonos móviles. Para su extracción es necesario bombear miles de litros de agua por segundo, mientras los indígenas de la zona pasan días sin tener agua corriente. Llevar nuestros teléfonos viejos a un punto limpio o a una tienda de telefonía para que se recicle su batería en lugar de tirarlo a la basura es algo que no cuesta nada y puede ayudar.