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Mesa de Redacción

Carlos González

Por detrás

ada vez que alguno de los habituales pasa por delante de la puerta, hay mensaje en el móvil. La persiana de nuestro querido templo del cortado mañanero sigue bajada y el mono de encontrarnos está empezando a pasar factura. Como decían los Platero en Meando en la pared, necesitamos bares de guardia y menos guardias que los quieran cerrar. En el confinamiento, uno de los viejillos, sabio él, propuso que igual que había hospitales de campaña, se montasen tabernas de excepción. No se trataba tanto de tomarse algo, sino de poder compartir cinco minutos, unas risas, alguna que otra pulla y un “vamos a ver cuándo os vais a la mierda” de nuestro amado escanciador de café y otras sustancias. Por ejemplo, el otro día me encontré con otro de los supuestos jóvenes y coincidimos en señalar la de descojonos varios y conversarciones totalmente surrealistas que deberíamos estar teniendo en el bar a cuenta de las pruebas PCR por donde la espalda pierde su nombre en vez de por la nariz. Vamos, como decía el título de otra canción de los Platero, por detrás. Sí, hubieran sido días de charlas escatológicas e incluso desagradables para oídos finos, pero nos hubiéramos echado unas risas, que de eso andamos muy pero que muy escasos.