a Policía Foral navarra se hacía eco de una denuncia por una nota aparecida en un portal en Pamplona donde viven varias empleadas de supermercado: “Pedimos a dichas personas que utilicen las zonas comunes lo menos posible o busquen otro alojamiento el tiempo que dure la pandemia, ya que sois un foco de contagio importante. No queremos correr riesgos. Gracias”. Algo parecido ocurrió también en Cartagena. Esto son juegos florales al lado de los artistas de la pista que pintarrajearon el coche de una ginecóloga en el garaje de una comunidad en Barcelona con la creativa leyenda “rata contagiosa”. Al parecer, son solo algunos ejemplos de episodios puntuales, escasos, pero que existen. Los anónimos autores de los mensajes -porque estos aguerridos y preocupados ciudadanos son anónimos, nótese el uso del plural mayestático- obviamente no han hecho la compra en tiempos de pandemia, ni han tenido o prevén tener necesidad de asistencia sanitaria, igual hasta aplauden a las ocho en el balcón, con un par. Sí tienen un apartado especial dedicado en el diccionario: miserable, es decir, ruin y canalla. Alguno, en honor a la verdad, hasta un poco de vergüenza al verse retratado. En el primer caso comentado, el de la capital navarra, ha aparecido una nota pidiendo perdón.
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