ún impactada por la rueda de prensa que se marcó Pedro Sánchez el domingo, enarbolando frases como “no podemos deponer las armas, tenemos que seguir combatiendo” o “estamos a punto de cambiar el curso de esta guerra” -¿Sánchez pretendiendo ser Churchill en 1944, quizá?-, observo que tenemos a buena parte de la clase política embarcada en el metadebate, en cómo ha de ser en términos formales el debate político. Creo haber escrito alguna vez que en una democracia las formas son esenciales, por supuesto. El presidente marcó el domingo un terreno de juego: “Debemos empezar ya la desescalada en la tensión política”. Conociendo el percal patrio como supongo que lo conoce, al menos valorará el cuarto de hora -escaso- de tregua que ha tenido en el ala derecha del hemiciclo desde el inicio del estado de alarma. Comparto el llamamiento a la unidad, deseable, exigible incluso en estas circunstancias en las que por encima de todo están las vidas de las personas. Otra cosa será pretender ser el monarca en la corte de Versalles, por poner, y confundir adhesión con sumisión. No es fácil, es muy difícil gestionar una situación así, no le envidio el cargo al presidente. Pero la adhesión, como el camino -ya lo dijo el grandísimo poeta-, se hace caminando.