La idea era abrir al mundo la Yunquera, una subida inédita en la Vuelta. En esa nueva cima, la revelación fue Ben O’Connor, lisérgica su actuación para subirse al trono de la Vuelta desde la fuga. Ángel exterminador, prendió la carrera, que arde. Alcanzó la atalaya de la Vuelta tras una exhibición alucinante el australiano, que no es un cualquiera.
Fue cuarto en el Tour de 2021 y cuarto en el Giro que arrasó Pogacar, fuera de concurso. Con perspectiva, fue el tercero entre los humanos. El australiano puso en jaque la carrera. Es el rey del tablero.
Con su gesta, una hazaña extraordinaria, desnudó la condescendía de los nobles, solo preocupados de mirarse, de contemplarse entre sí, de cháchara, como si fueran los moradores del Palacio de Versalles y estuvieran recorriendo la sala de los espejos. Deformados los reflejos. Absortos en sí mismos.
Los espejos y los egos los rompió O’Connor, que llamó a la revolución. La bandera de la libertad, la del cambio. El asalto al cielo. Sin permiso. El poder no se negocia. Se arrebata.
"Algunos equipos han subestimado a O’Connor”, dijo Van Aert, certero en su análisis. El australiano ha ganado etapas en las tres grandes. No es un paria.
O’Connor, que no destacó en Pico Villuercas, donde se dejó más de un minuto, era de repente una amenaza absoluta para la mayoría en la Sierra de Ronda.
Volaba el australiano ante el pasmo de los nobles, desconcertados, que no sabían hacer frente a semejante descaro y provocación. Todos los campeones confluían en O’Connor. Un hombre solo y al comando. Gloria y honor para el australiano.
Asombrosa su travesía, un hito que enmudeció a los mejores, jugando con fuego. Tal vez les queme la arrogancia, infravalorar al australiano. O’ Connor era un llanero solitario cabalgando hacia el ocaso en busca de la última frontera.
Prodigioso, el escalador australiano levitaba en un asfalto que atornillaba al resto, peleada la aristocracia, que asomó a más de seis minutos con el gesto torcido tras una pésima gestión de la situación. “Es una de las mejores oportunidades de mi vida”, apuntó el nuevo líder.
Todos lo líderes, malparados
Todos salieron malparados. Roglic, Almeida, Mas o Landa. El esloveno acumula una desventaja en la general de 4:51. Almeida se va a los 5 minutos. Mas y Landa los sobrepasan. El australiano es un gran problema. O’Connor sacó la lengua del Bora, del UAE y del Movistar, desestabilizados antes su atrevimiento y potencia.
Era una fuerza desatada que estalló con metralla tras 119 kilómetros de fuga. Un hombre llamado caballo. Descargó como un tormenta de verano. Era el rayo, el trueno y la centella bajo el sol forzudo y el cielo azul.
El terremoto que abría grietas en el status quo de la Vuelta, que comienza de nuevo. Lo imposible, lo inopinado, era O’Connor, un corcel en la serranía que vigilan las casas blancas, hogares contra el sol.
Quemaba el australiano, un bandolero que quería el tesoro de la Yunquera. Encontró el cofre con el maillot rojo. Le pertenecía. Se lo había ganado. Cada costura.
Desatado, se lanzó con todo en la ascensión al Puerto Martínez, donde se lijaban las piernas, horadadas por las termitas de una travesía que ahogaba. Ni una sola comodidad.
Se quitó de encima la mochila de Leemreize, el que más estuvo con él. Se quedó a solas O’Connor. Desafío total. El australiano no quería la etapa, buscaba la Vuelta en una apuesta formidable. Corajudo, ambicioso, hambriento. Contra todos.
Sensacional Urko Berrade
Hasta allí se llegaba a través de vías comarcales. Territorio comanche, pestoso, hostil. El Puerto del Boyar desató las hostilidades. Se creó la escapada y en el Puerto del Viento soplaron ambición O'Connor y Leemreize. Hicieron buenas migas. Intereses amigos. Urko Berrade, Frigo y Pelayo Sánchez se desgañitaban tras ellos.
Ajenos a la fuga, aunque O’Connor era el líder virtual de la Vuelta y un excepcional Urko Berrade, era segundo, los costaleros de Roglic, que habían lanzado a Lipowitz por delante en un buen movimiento, pastoreaban el rebaño con un punto de cálculo sobre nuevos penachos de asfalto.
En ese escenario, el UAE de Almeida, fijó a sus muchachos para elevar el ritmo, pero no disponían de mucha energía. Tampoco le sobraba al Movistar. O’Connor y Leemreize no tenían intención de entregarse. El pasado curso, Sepp Kuss agarró el liderato a través de una fuga similar y subió al cielo de Madrid de rojo. En 1990, Marco Giovannetti se llevó la Vuleta en una situación similar.
Sonrojo en la salida
Hasta el rojo final de Madrid aún resta demasiado, pero el sonrojo se produjo en la salida de Jerez. Conviene no prescindir del decoro y la solemnidad. El estilo y la elegancia no están casadas con el dinero. Se trata de actitud, de respetarse a uno mismo.
El esperpento de la Vuelta quedó impreso para siempre con la salida de la carrera desde las entrañas de un supermercado que patrocina el evento. Las imágenes de los corredores rodando por los pasillos del centro comercial rozó lo grotesco y lo bochornoso.
La Vuelta debe prestigiarse y tomarse en serio. No parece que una idea así contribuya lo más mínimo a una prueba que pretende competir con la grandeza del Tour y el encanto del Giro. El rostro de los ciclistas, entre el asombro, el sonrojo, la seriedad, las sonrisas nerviosas y el sensación de ridículo, resumía la ocurrencia.
Las tormentas de ideas en ocasiones son una ristra de estupideces donde el ingenio queda sometido al torbellino de despropósitos y la exaltación. Es importante poner freno a ciertas divagaciones, extraordinarias majaderías que lo único que dañan es la credibilidad de la Vuelta.
No todo es dinero y sí es así, al menos que luzca atractivo y mejore el producto. Lo contrario es dañarlo y debilitarlo. La innovación no es siempre desarrollo. Es imprescindible medir bien porque la línea que separa una genialidad de un ocurrencia es muy delgada.
La carrera no está para lujos después de un arranque desolador en cuanto al impulso competitivo del pelotón, los recorridos de escaso pulso y el calor exacerbado al introducir la Vuelta por el foco del calor. Tras el esperpento, el ahogo y el sofoco continuaron porque la carrera late desconsolada en Andalucía, con el corazón en el abrasador agosto.
Se alteró el relieve del recorrido, quebrado, y eso agitó la coctelera de los imposibles. Al fin el sueño de una tarde de verano que ondeó la valentía del australiano. O’Connor dinamita la Vuelta.
Mikel Landa: "Va a ser difícil remontar"
Resignación. A Mikel Landa, que aspira al podio en la Vuelta, le ha surgido un gran rival en O’Connor, nuevo líder. “No hemos podido hacer más. Queda mucha Vuelta y toca remontarle”, dijo. El alavés era plenamente consciente de que el australiano sabe lo que es pelear por estar en la parte alta de la clasificación. “Ha estado cerca del podio otras veces. Va a ser difícil remontar”, cerró.
Aberasturi abandona. El velocista del Euskaltel-Euskadi, Jon Aberasturi, dejó la etapa por indisposición. La víspera no se encontró bien del todo y camino de la Yunquera dejó la carrera. También abandonó la Vuelta Rigoberto Urán, víctima de una dura caída.