Como no teníamos sobresaltos suficientes, ahora estamos conteniendo la respiración ante la respuesta de Israel a los ataques iraníes del pasado fin de semana.
Será “proporcional”, aseguran desde Tel Aviv. Y ahí ya directamente tenemos motivos para ponernos a temblar pues la matanza de Gaza es un ejemplo de lo que Netanyahu entiende por “proporcional”. Es verdad también que no es lo mismo descargar toneladas de bombas sobre una población prácticamente indefensa que entablar un conflicto armado contra un estado que, si no tiene ya la bomba nuclear, esta a diez minutos de conseguirla.
Por tanto, es de esperar que el régimen hebreo se lo piense dos veces antes de liarse la manta a la cabeza. Se entiende el orgullo herido, pero hasta los que no somos expertos en capacidad armamentístico hemos comprobado que, para repeler un simple ataque con misiles y drones, Israel ha tenido que pedir sopitas a Estados Unidos, Reino Unido e incluso Jordania.
Israel, vulnerable
Consciente de su vulnerabilidad más allá de las proclamas voluntaristas, tras la reunión del gabinete de guerra de Netanyahu, el mensaje que se está difundiendo es que la reacción deberá contar con el respaldo de Washington.
Hasta donde ha transcendido, Joe Biden no está por meterse en aventuras ni en apoyarlas a cualquier precio. Bastante hace silbando a la vía ante la carnicería en Gaza. O simulando que silba, pues a nadie se le escapa que está a punto de caramelo la aprobación en el Congreso de una inyección de ayuda militar a Israel por valor de 95.000 millones de dólares, a compartir con Ucrania; hay que ser cínicos para meter los dos conflictos en el mismo paquete económico.
En el otro lado, Irán no oculta su satisfacción por la patada tremenda que le ha dado al avispero. “No buscamos aumentar la tensión en la región”, ha tenido el cuajo de proclamar el régimen de los ayatolás. Como si lo del sábado hubiera sido confetti.
Más claro no ha podido quedar su mensaje: tenemos capacidad para hacerle un buen roto a Israel. Esto solo ha sido un menú degustación.
La próxima vez tirarán a dar. Esa ha sido la advertencia.