Les voy advirtiendo de que lo de ayer por la tarde en el Congreso de los Diputados fue solo el debate sobre si el proyecto de ley de amnistía era aceptado para su tramitación. Es decir, que nos aguardan unas cuantas sesiones de la misma farlopa dialéctica.

Lo más desazonador es saber que estamos condenados a una repetición en bucle de argumentos y contrargumentos que son pura pirotecnia para los titulares o, bastante peor, gasolina para incendiar al personal... tanto a favor como en contra. Ese es el gran peligro, y enunciarlo no es llamar a la mala suerte, porque desgraciadamente llevamos vistos los suficientes episodios de algaradas callejeras violentas.

Pero no parece que eso les importe ni a la derecha española extrema ni a la extremísima, instaladas en la gresca por la gresca, una vez que no han tenido los votos suficientes para gobernar.

Tampoco son inocentes ni el partido que sí ha conseguido el respaldo necesario para hacerlo ni su líder, Pedro Sánchez. Su pecado original es que lo único que los ha llevado a promover una ley de amnistía es la necesidad de granjearse el número de escaños necesarios para revalidar el mandato.

Suenan, por lo tanto, entre cínicas e hipócritas las actuales apelaciones a la concordia, el reencuentro y la esperanza que espolvoreó el portavoz Patxi López. Habría bastado en su momento decir que era lo justo.

¿Quién repara a Manu Ayerdi?

Ahora que tanto se habla de Lawfare, que es la quintaesencia de la judicialización de la política, procede detenerse en el archivo la causa por el denominado caso Davalor, que provocó la dimisión, hace casi tres años, del entonces consejero de Desarrollo Sostenible del Gobierno de Navarra, Manu Ayerdi.

En el origen de lo que se pretendió gran escándalo que ahora se va al cajón estuvo, cómo no, la intencionalidad política. UPN fue con toda la artillería con este caso. Finalmente, se cobró la pieza de caza mayor y presumió de ello.

Todo para que, cuando el daño es irreparable, una jueza haya determinado que hubo dejadez en la investigación y la haya cerrado. Puedo apostar no solo que no habrá petición de disculpas, sino que los regionalistas la sostendrán y no la enmendarán. l