Más trumpistas que Trump - Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis… hasta que a la decimoquinta votación fue la vencida. Kevin McCarthy -qué mal rollito da ese apellido- ya es el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Ni en el mejor guion de Aaron Sorkin ('El ala Oeste de de la Casa Blanca', 'The Newsroom'…) habríamos encontrado una trama igual. Un republicanote de manual se encontró con la berroqueña oposición de un puñado de irreductibles de la llamada ala dura de su partido. Remedando aquella brillante frase de Joseba Egibar sobre el obispo Munilla, más a la derecha solo está la pared. Y la prueba es que hasta el guía espiritual de los insurrectos, Donald Trump, vio cómo sus llamamientos a no torpedear al conmilitón McCarthy se encontraron con una cuchufleta. Las y los tipos en cuestión resultaron más trumpistas que el propio Trump. El gran motivo de preocupación es que el que ha tenido que ceder ha sido el ya presidente de la cámara. Solo después de arrodillarse ante los disidentes (uno de los cuales casi le calza un par de hostias tras la decimocuarta votación) ha conseguido su objetivo.
Se agrandan las grietas - A nadie se le escapa el indudable paralelismo entre este psicodrama y el asalto al Capitolio de hace exactamente dos años. Esta vez, la violencia y los personajes estrafalarios han sido sustituidos por auténticos talibanes con acta de congresista. Son, según nos dicen los contables de sensibilidades, apenas un 10 por ciento de la cámara. Pero, a la larga (o más bien, a la corta), son los que han demostrado que cortan el bacalao. La elección del presidente de la institución legislativa se antoja como el menú-degustación de los dos años que quedan hasta las próximas elecciones. Cada ley que se someta a votación pasará por el mismo proceso de piratería chantajista. Las grietas que señaló el fino analista navarro Mikel Reparaz en su libro de hace dos años no solo no se cierran sino que siguen agrandándose.
¿Y Kamala Harris? - Y no solo es cuestión de los republicanos asilvestrados y ya abiertamente fuera del sistema. Enfrente, los demócratas no muestran precisamente una gran solvencia. Aunque salvaran los muebles en los comicios de mitad de mandato, su líder, el presidente, Joe Biden, es un tipo que no deja de coleccionar episodios que ponen en cuestión sus facultades físicas y mentales para estar al frente de la primera potencia económica del mundo. De quien supuestamente se iba a poner al mando por estas fechas, la vicepresidenta Kamala Harris, hace meses que no se sabe absolutamente nada.
Un corrupto muy rentable
Ya sé que es una competición muy reñida, porque tenemos por ahí Gúrteles, Púnicas, EREs de Andalucía y un millar de casos más, pero no creo que haya un corrupto más rentable que Alfredo de Miguel. Para los partidos de la oposición, me refiero. Y no digamos ya para la contracaverna mediática del terruño, que a veces deja en aprendices a sus referentes matritenses. Gracias a los (h)unos y los (h)otros, el muñidor de la trama Miñano se ha convertido en el mismísimo dinosaurio de Monterroso. Al levantarse, uno se lo encuentra ahí, como si no hubiera pasado un decenio y pico largo desde que lo pillaron con el carrito del helado, y su partido, el PNV, le exigiera la devolución del carné en el minuto uno. Algo que se hizo -ojo al dato, desmemoriados voluntarios- afrontando el riesgo de una crisis interna del copón. Porque Txitxo era mucho Txitxo, capisci?
Así que a otro perro con el hueso de que el fulano, funcionario por oposición en una empresa de la administración pública vasca, sigue chupando de la piragua institucional y hasta se permite marcar paquete como si representara al gobierno cuyo lehendakari mostró su vergüenza y pidió perdón por haber compartido siglas con él. Si hay un escándalo, es que el españolismo Tribunal Supremo siga retrasando la confirmación de la sentencia que permitiría quitar de la nómina pública al individuo. Y las inmoralidades añadidas son que el tipo, que quiere morir matando, suministre la trama a los más castos y puros del lugar y que el grupo mediatico que ustedes saben se ponga estupendo. No hemos nacido ayer.
Cuatro letras a... Alex Txikon
Inasequible al desaliento escalador: acaba de demostrar que quien lo sigue lo consigue. Y también, como me dijo una vez su colega Josune Bereziartu, que los fracasos son el campo base de los éxitos. Eso sí, la condición es perseverar. Así ha sido cómo al tercer intento ha conseguido hollar la cumbre del Masnalu sin oxígeno y en condiciones netamente invernales tras lo que mi compañero Unai Muñoz denonimó “una ascensión exprés” al octavo ocho mil más levado del planeta. Desde lo alto, mostró su satisfacción rayando en la felicidad: “Estamos muy cansados pero tremendamente emocionados. Ahora toca volver todos sanos y salvos”. Eso último, efectivamente, es lo más importante para poder acometer los próximos retos. Zorionak.