- ¿Sumar? ¿Cómo que Sumar? ¿Ese va a ser el nombre? Que no, que no es eso, corre a aclarar la lideresa del movimiento, Yolanda Díaz, cuando los medios escogidos para la amistosa filtración ponen a circular la noticia que no lo es tanto. No lo es nada, en realidad. Llevamos más de un año aguardando el paso, y hasta ahora solo hemos tenido amagos y aplazamientos sobre aplazamientos amparados en las excusas más peregrinas. Que si la pandemia, que si la reforma laboral, que si la invasión de Ucrania, que si... Hasta anteayer por la noche, cuando se alinearon todos los astros y la cosa tomó carta de naturaleza para pasmo, sorpresa y habrá que imaginar que requetecabreo de Podemos, cuyas dirigentes y compañeras de gobierno de Díaz se enteraron literalmente por la prensa. Eso es un agravio al mismo tiempo que una declaración de intenciones y una quema de naves. El mensaje que se transmite a la formación morada es que son lentejas. Si no están de acuerdo, que vayan preparando su propio proyecto para las urnas.
- Estamos, pues, ante una de las puñaladas traperas a las que hizo alusión hace una semana el macho alfa y líder auténtico, ahora desde sus tertulias y sus tribunas, Pablo Iglesias Turrión. Se diría, de hecho, que es una tan profunda y traicionera, que la herida causada va a ser muy difícil de restañar. Casi parece que es la venganza, un decenio después, del golpe de mano que convirtió a Izquierda Unida en un apéndice del entonces emergente e imparable Podemos. Díaz, miembro pata negra de IU cuya vida fue perdonada por los advenedizos, se dispondría a devolver la ofensa, una vez que su figura política se ha ido engrandeciendo hasta situarla, casi por aclamación, en la condición de líder más viable de un proyecto a la izquierda del PSOE. Quizá esté por ver que su capacidad de arrastre cumpla con las expectativas, pero nadie tiene la menor duda de que es una cabeza de cartel que da un millón de vueltas a Ione Belarra o Irene Montero.
- No habló por hablar Pedro Sánchez cuando se refirió al “espacio de Yolanda Díaz”. Nadie duda de que la ministra de Trabajo es la referencia para un amplio sector de votantes que se reclaman progresistas. La cuestión que habrá de sustanciarse pronto es si va a contar con un andamiaje sólido que le permita afrontar una contienda electoral. Aunque Podemos haya entrado en fase menguante, todavía retiene las estructuras económicas y comunicativas que Díaz está a años luz de lograr. Esta película no ha hecho más que empezar. l