ompañero retenido arbitrariamente en una celda polaca desde hace ya tres semanas: No me vendré arriba con monsergas sobre la libertad de prensa o de expresión. Su caso es mucho más simple. Va de derechos aún más básicos. Las autoridades de un país que pertenece a la Unión Europea lo mantienen encerrado bajo una difusa acusación de espionaje para los rusos. En todo este tiempo ha tenido un contacto mínimo con su abogado y otro con el cónsul de España en la zona. Sorprende, con todo, la sordina que se le ha aplicado a su caso por estos pagos, llegando a lo sangrante cuando en la televisión pública española olvidaron mencionarlo al hacer la lista de periodistas muertos o secuestrados desde el comienzo de la invasión de Ucrania.
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