- De la veneración al desprecio hay medio paso. Pregúntenle a Pablo Casado, que desde su defenestración no deja de recibir estopa de sus antiguos aduladores. Hasta La Razón le pone proa y cuenta con delectación cómo le van cosas: “Si a Pablo Casado le quedaba algún simpatizante en la cúpula del Partido Popular, cosa ya de por sí difícil, ahora sí que debe andar más que solo. Hay quienes, como en el viejo lema italiano, creen que sangre llama a sangre y solicitan negar a Casado cualquier apaño de recolocación: «Que se vaya a París, como amenazó si no ganaba las primarias»”.
- Como imaginan, el desmarque del pacto con Vox en Castilla y León ha aumentado el caudal de antipatía hacia el palentino. Esto lo firma Rafa Latorre en El Mundo: “Además de ser falso, exhibirte en tu despedida como el dique de contención de la extrema derecha y el paladín contra la corrupción supone señalar a tu sucesor como el resultado de un apaño entre ignominioso y criminoso, lo que convive mal con el apoyo efusivo y el compromiso de discreción que prometiste para procurarte una «salida digna» de la presidencia”.
- Pues sí, nos está quedando un canción de Paquita la del barrio. Va una estrofa más a cargo de Félix Madero en Vózpuli: “El rencor, cuando viene en compañía de la incompetencia, se torna en melancolía, y esa melancolía suele terminar en frustración, y de la frustración a la soberbia sólo hay uno paso. O quizá sólo un viaje de Madrid a Paris, el sitio en el que se reunieron los populares europeos el jueves pasado y el lugar elegido por Pablo casado para despedirse como presidente del PP”.
- La última estocada la aporta Javier Somalo en Libertad Digital. Ahora Casado es indistinguible de Sánchez: “Otra de las novedades que trae la vergüenza en estos tiempos es la coincidencia entre izquierda y derecha. Ahora resulta que el Gobierno socialcomunista de Sánchez coincide en valores, y en desvergüenza, con la derecha saliente de Pablo Casado y hasta con el patrón europeo de la derecha burocrática, esta vez personalizada en Donald Tusk. Realmente parece que haya sido Casado el que le ha hecho un vengativo resumen. La vergüenza es intransferible: si se tiene, no hay que darla. Así que Tusk, como Casado”.