“Infructuoso”- Lo penúltimo en el kárate a muerte en Génova, 13 -la sede del mal farío que no acaban de vender- es que los dos principales contendientes, Casado y Ayuso, Ayuso y Casado, tanto monta, se reunieron el viernes para “limar asperezas”, ejem, ejem. Yo creía que había sido cosa de un creativo pergeñador de titulares, pero, por lo visto, fue la propia emperatriz de Sol la que calificó el encuentro como “infructuoso”. Nos ha jorobado mayo con los nardos apoyados en la cadera. Como si estuviéramos hablando de una gresca por resolver a quién le tocaba limpiar la escalera. Oigan, que acabamos de ver al uno acusando a la otra de darle un cazo de muchos miles de euros a su hermano y a la otra señalando al uno como autor de una cacería cruel contra su persona y su familia. Eso ya no hay caravana de Isabel Gemio que lo arregle. No queda otra que la escalada armada hasta que solo quede uno o, como escribí anteayer, ninguno. Feijóo, el que no se moja ni debajo del agua, está calentando en la banda.
Sobrevivir - En realidad, si el dirigente gallego que se tostaba al sol en el yate de su amigo narcotraficante tuviera el coco que le atribuimos, debería dejar pasar esta txanda. No hay milagrero que reviva (por lo menos, a corto plazo) este muerto despanzurrado en mil pedazos que es el PP. Después de la implosión del jueves, que se vio superada el viernes, continuó ayer y aún nos deparará más momentos de esperpéntica diversión, es metafísicamente imposible devolver las aguas a su cauce. Lo que ha ocurrido es irreversible. Da igual quién se alce con la victoria. El ganador o la ganadora gestionará los restos de un naufragio. La aspiración será sobrevivir, cuando hace apenas seis meses, el objetivo bastante realista era el asalto de Moncloa.
Abascal, callado - Digo “objetivo realista” porque era lo que apuntaba el consenso de las encuestas, tanto de las afines como las menos afines. Ese PP que había superado ya al PSOE el pasado septiembre se fue desinflando tontuna a tontuna hasta quedar incluso por debajo de los escaños que ahora tiene en el Congreso. Después de esta exhibición impúdica de autodestrucción, es muy probable que los próximos sondeos señalen que Vox es el partido hegemónico de la derecha. Santiago Abascal, que puede ser muy facha pero que no tiene un pelo de tonto, ha optado por no hacer sangre con la descomposición a ojos vista de la formación con la que se disputa el ultramonte político. Sabe que no le conviene ofender a sus futuros votantes. Los que asistimos a esto desde el patio de butacas quizá temblemos después de haber reído.