olítico con rostro de cartón piedra: Parece que su último intento por eternizarse le ha salido mal. Aunque lo ha intentado por todos los medios, incluyendo los turbios que son su seña de identidad, no le dan los números para acceder a la que pretendía ser su última poltrona, nada menos que la presidencia de la República de Italia. Se libran esta vez sus conciudadanos de la inmensa vergüenza de tener un jefe de Estado con un currículum casi infinito de corruptelas y actos indignos, algunos de ellos tasados y medidos en sede judicial. Junto al reconocimiento de su derrota en esta batalla postrera, anuncia en un largo comunicado su retirada definitiva de la política. A ver si esta vez cumple su promesa y sabe estarse quieto desde la grada.