LO NIEGAN TODO- La pregunta del titular se puede responder en una sola frase. Los negacionistas del covid lo niegan absolutamente todo, empezando por su propia condición de negacionistas. En varias ocasiones, después de publicar textos como este, he recibido furibundos comentarios en los que los que se daban por aludidos me negaban, de hecho, la mayor. "El negacionismo se refiere exclusivamente al holocausto nazi, así que es un insulto que nos menciones así a nosotros y también una falta de cultura por tu parte", me espetaba uno de ellos, antes de exigirme una rectificación pública. No era el único que me ha soltado una cantinela parecida, así que imagino que sus palabras formarán parte de un argumentario que circula en los lisérgicos grupos de guasap y redes sociales varias en las que estos nuevos iluminados se alimentan y retroalimentan.
MEJOR NO DISCUTIR - A partir de un (llamésmole) razonamiento así, es imposible y creo que poco recomendable tratar de entrar un debate apoyado en datos contantes y sonantes y realidades científicamente probadas. Cada hecho será refutado por una patochada irrebatible. O por varias que se contradicen groseramente entre sí. Lo mismo te soltarán que las vacunas son agua destilada sin ningún efecto sobre la salud que te dirán que es un peligroso veneno que deja el organismo hecho fosfatina o, si se vienen arriba, te asegurarán que está demostrado que nos instilan un malvado compuesto que anula nuestra voluntad y nos convierte en mansos borregos. Una vez más, no hablo de oídas, sino que cito melonadas que me han dirigido, generalmente acompañadas de insultos ("puto esbirro bien pagado del sistema") o amenazas ("un día os daremos vuestro merecido por ser cómplices de esta mentira") individuos e individuas que militan fervientemente en las teorías de la conspiración.
NO SON CUALQUIERA - Como ya he escrito en otras ocasiones, no habría mayor motivo de preocupación por la difusión de estas consignas apocalípticas, si no fuera porque no deja de crecer el número de personas que se las creen a pies a juntillas. Lo comprobamos en las cada vez más nutridas movilizaciones que convocan. Pero no es solo una cuestión de número. Lo alarmante es que una parte nada desdeñable de quienes sostienen estas tesis radicalmente enfrentadas a la realidad son personas con formación académica acreditada y, en ocasiones, con accesos a los medios para espolvorear su ponzoña. Cito como ejemplos al viñetista de El País que firma como El Roto o al columnista de varias cabeceras Juan Manuel De Prada.