- Para mi relativa sorpresa, a la hora en que tecleo estas líneas, ya avanzada la tarde de ayer, el juicio al señor de las cloacas hispanistaníes está relegado al tercer anfiteatro de las portadas digitales. No digo que no haya tenido sus focos y sus micrófonos, como prueba la imagen que ilustra esta página, pero sí que la cobertura no tiene el relieve que cabía esperar cuando el que se sienta en el banquillo acumula trapisondas sin cuento que afectan a centenares de altos cargos de cualquiera de los tres poderes clásicos a lo largo de casi cuarenta años. Literalmente, del rey (en este caso, el emérito) hacia abajo no se libra casi nadie. Tampoco los gerifaltes de algunos de los emporios económicos de mayor relumbrón de la piel de toro, que como está tasado, medido y ya juzgado, pagaron millonadas al interfecto para enmierdar a sus rivales en las sangrientas luchas de poder de los másteres empresariales del Universo.
- ¿Será justo por eso la sordina controlada a lo que, se mire por donde se mire, es un juicio con ribetes históricos? No quiero abonarme a ninguna teoría de la conspiración. Tal vez es todo más simple. Sin más, solamente ocurre que ya hemos dado por informativamente amortizado lo más gordo que tiene que ver con el infecto Pepe Villarejo. Se diría que lo hemos reducido a una especie de pícaro contemporáneo que fue capaz de amasar un fortunón cuando en el organigrama de la Policía Nacional no pasó jamás del grado de comisario mondo y lirondo. Si fuera así, si solo nos quedáramos con los flecos novelescos del personaje, estaríamos contribuyendo a dar carpetazo a los episodios más graves que se han instigado desde el cenagoso subsuelo del Estado español.
- Villarejo no es solo Villarejo. Ese tipo de la gorra y las gafas oscuras es todas las eminentes personalidades que han requerido sus servicios: desde Felipe González, que fue quien lo reclutó a través de Corcuera —siempre él— a Rajoy, pasando por Aznar y sin que falte Zapatero. El golpe de estado de Tejero con las implicaciones que todavía ocultas, la guerra sucia contra ETA, las comisiones ilegales de lo que quieran y por lo que quieran, las caídas en desgracia de Mario Conde, Mariano Rubio o Ruiz Mateos, la desaparición de 'El Nani', el Yak-42, los papeles de Bárcenas, la Kitchen, los líos de bragueta del jubilado en Abu Dhabi y sus pufos económicos que ahora la Fiscalía va a dejar pasar... Todo eso y mucho más a lo que nadie quiso ponerle coto desde 1980 se debería ventilar desde ayer en la Audiencia Nacional. Por alguna razón, tiendo a pensar que no va a ser así.