- En esta misma página me quejé amargamente anteayer de la chuleada de pensión que vamos a sufrir los de la "ancha generación" (Escrivá dixit) de finales de los sesenta y principios de los setenta del pasado siglo. Empecé ironizando con la denominación babyboomer, e inmediatamente después fui a la indigesta miga del asunto. Y ahí dejé escrito que el acuerdo pomposamente escenificado el otro día entre el gobierno español, la patronal CEOE y los dos sindicatos mayoritarios en el conjunto del Estado era una patada a seguir que no solucionaba el problema de fondo, que es el de la sostenibilidad del modelo actual. Con una rapidez y un buen tono que agradezco, el secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo, procedió a apostillar mis juicios o, directamente, a desementirlos.
- Según mi amable interlocutor, no es cierto que el actual sistema sea insostenible. Se trata, asegura Sordo, de una idea inducida con fines espurios por quienes están interesados en acabar con el modelo de pensiones públicas. Basta un repaso mental a los expertos a los que he escuchado y leído al respecto para comprobar que no se acercan a ese perfil. Al contrario, se trata de académicos progresistas de amplio espectro que señalan una y otra vez que la fórmula no da para más. Simplemente, el número de cotizantes activos no alcanza para pagar las prestaciones de los jubilados que, encima, viven más. Y la descompensación será mayor cuanto más tiempo pase. Por eso, desde 1995, que fue cuando se instituyó el Pacto de Toledo, se busca solución al cada vez más acuciante dilema con frutos muy escasos y con medidas que ha resultado restrictivas: se ha prolongado la edad del retiro y, además, se ha aumentado el número de años cotizados. Vamos, que hemos salido palmando.
- Resumiendo, que estamos peor que cuando empezamos y cada vez el tiempo acucia más. De poco servirá acordar una subida anual del IPC, si no se aborda el cambio de financiación. Lo que no se cubra con las cotizaciones de los activos se deberá cubrir a través de los Presupuestos. Ahí sí será sostenible el sistema. Me dirá Sordo que es lo que él me apuntaba en su respuesta. No. La diferencia está en el tiempo verbal. Él habla en futuro. Yo, en triste presente. Ahora mismo el modelo no es sostenible. Y todo apunta, como deslizó el lenguaraz ministro, a que antes de tomar la decisión en la que coincidimos, habrá más ajustes, o dicho en román paladino, habrá más tijeretazos.