Las explicaciones de Pedro Sánchez sobre el espionaje no convencieron a sus habituales socios y sostenes... ni, desde luego, la diestra política y mediática. Aquí tienen, escogido al azar, un fragmento del editorial de ABC: "Lamentablemente, Sánchez se inclinó una vez más ante quienes condicionan la gobernabilidad del Estado para desestabilizarlo como paso previo a su desmontaje. Son partidos minoritarios, odiadores de España y despreciativos con la soberanía nacional, e inexplicablemente consiguen mucho más de lo que su exigua representación parlamentaria merece".
También en el vetusto diario, Ignacio Camacho se queja de lo mismo, pero poniendo nombres: "Rufián, crecido en la situación, le llegó a preguntar quién de los escuchados -él dice «espiados», que suena más sugestivo- era un terrorista, cuestión bastante obvia estando al parecer Otegi en la nómina. Sánchez prefirió eludir la respuesta. Su continuidad en el poder exige un enérgico esfuerzo de resistencia a la tentación de sentir un mínimo atisbo de pundonor o de vergüenza".
En El Mundo, más de lo mismo. Los malos son los espiados, no los valerosos espías ni los jueces que permiten que se husmee: "No es el CNI el que pide ser reformado: son los independentistas, perpetradores de una sedición, los que necesitan reformarse. En lugar de exigírselo, el presidente trata de convencerlos y convencernos a todos de que no sabía nada del espionaje a líderes separatistas, como si el CNI obrara por su cuenta cuando Barcelona ardía en 2019 debido a la violencia desatada por Tsunami Democràtic".
La Razon se apunta a esa versión. Si los espíean es porque van provocando: "Pedro Sánchez cumplió con las generales de la ley, como no podía ser de otra forma, al defender la legalidad de las actuaciones, plenamente justificadas por las circunstancias del desafío separatista. Que las intervenciones telefónicas coincidieran en el tiempo con las negociaciones políticas de su investidura, podrá molestar a sus socios, pero no altera el hecho fundamental de que se trataba de prevenir una nueva intentona golpista".
Subiendo la intensidad del berreo, Mayte Alcaraz sobreactúa en El Debate: "Ayer, el penúltimo plazo: destrozo del CNI y cambio de la ley de secretos, para convertir a nuestra Inteligencia en un parque de bolas infantil, con pistolas de agua con las que combatir a separatistas, crimen organizado y terrorismo yihadista".
La conclusión general es que la legislatura se va al desagüe. Es el vaticinio de Francisco Marhuenda en una pieza que no tendría nada de nuevo si no fuera porque el director del diario azulón se nos revela Yolandista: "Cabe esperar que Yolanda Díaz, que es solvente y seria, articule una plataforma que permita cerrar la oscura etapa protagonizada por Podemos. Este año y medio que queda de legislatura se hará muy largo, porque estamos en un ciclo electoral e Iglesias se juega la supervivencia de su chiringuito. No fue capaz de crear una formación solvente a la izquierda del PSOE y ahora sufrimos las consecuencias".