Está lo de los reyes católicos entrando en Granada, lo del ejército de Franco conquistando el Madrid del "¡No pasarán!" y, desde el sábado, lo de la gloriosa vuelta de la selección española a Barcelona. "Gol y remontada al nacionalismo en Cataluña", proclama Pedro J. Ramírez en el editorial de El Español, valga la redundancia. Leyendo la pieza, se diría que estamos a cinco minutos de un Govern de PP y Vox: "A nadie se le escapa que la victoria futbolística de España frente a Albania no fue la única del partido del sábado. Fue, en realidad, un triunfo aparejado al de la libertad y la convivencia en Cataluña. La competición en el RCDE Stadium de Barcelona arrojó un resultado esperanzador. Invita a pensar que la sensatez y la serenidad están remontando. Que el respeto y la tolerancia, antónimos del nacionalismo, regresan con paso firme al espacio público en Cataluña".
"Barcelona abraza a España", titulaba el cronista de El Mundo Eduardo J. Castelao una pieza rezumante de rojigualdina. Aquí tienen el arranque: "España sabe, desde ayer, que siempre puede volver a Barcelona. En el campo del Espanyol, ante más de 35.000 personas, con la grada roja y amarilla, no hubo un partido de fútbol. Hubo un reencuentro. Se volvieron a ver quienes un día fueron separados. Se volvieron a ver y comprobaron, qué cosas, que aún se quieren. Dieciocho años después, casi, o sin casi, una vida, Barcelona abrazó a España y le demostró que la había echado de menos".
No le va a la zaga el reportero de La Razón Domingo García: "Barcelona tenía ganas de ver a la selección. De gritar el «lolololo» del himno como si fuera la última vez que lo pudiera hacer en la vida, de sacar la bandera rojigualda en son de paz. «Cataluña es España», gritaba el estadio de Cornellá. Una obviedad aparente que a veces parece necesario recordar. «En pie si eres español» y «somos selección», se escuchaba también. Un grito que nacía del alma de uno de los fondos y que recorría todo el estadio".
En ABC le encargaron la crónica de ambiente a Hughes. Y no defraudó el opinatero. "Hambre de españa", llevaba por encabezado la descarga. Aquí tienen un menú-desgutación: "Más de treinta cinco mil catalanes cantaron el himno como si juraran bandera, el 'que viva España', el 'yo soy español', el 'qué bien ser español' o el 'España, España' sin el soniquete cansado de Faemino y Cansado, con una pasión distinta, con júbilo, banderas, saltos, olas, móviles encendidos, el himno a capella otra vez… Parece que había ganas de España, sed de España, hambre de España. Esos compatriotas proclamaron muy alto el derecho a su selección, y España encontró sede. Fue el mejor ambiente que se recuerda".
Como eso era poco, también en el vetusto, Sergi Font se adornaba: "Sonaba Raphael a todo trapo por megafonía mientras la grada coreaba la canción, ávida de ver por fin a la selección. Liberación en Cornellá. La Cataluña silenciosa pudo echarse a la calle enfundada en camisetas rojas y ondeando banderas españolas sin temor a la censura conciudadana. Los aficionados tuvieron que esperar 18 años para celebrar por todo lo alto y sin cortapisas el regreso del combinado nacional a Barcelona. Por unas horas Cornellá fue ajena al ruido político que suele sacudir a la Ciudad Condal con todo lo que huele a españolidad".
En la sección Las caras de la noticia de El Debate, azucarillo para el seleccionador Luis Enrique por haber dicho que esperaba que no haya que esperar 18 años para repetir. En realidad, es una excusa para colar el recado patriotero: "El secesionismo trata de silenciar lo que es una realidad innegable: ya sea el Juan Sebastián Elcano o un partido de fútbol, la marca España sigue siendo motivo de aplauso y orgullo en Cataluña. «Jamás, ni como jugador ni como entrenador, una afición fue tan decisiva para la victoria como en el partido de hoy», subrayó Luis Enrique. Merecida victoria, dedicada a los aficionados".
Luis Ventoso, subdirector del diario catolicón, tira con la misma munición: "El pasado día 15 arribó el buque Elcano al puerto de Barcelona, y allá estuvo cinco días. ¿Qué pasó? ¿Desprecio? ¿Algaradas de protesta? Todo lo contrario. Las entradas se agotaron una semana antes de su llegaba y lo visitaron quince mil personas. La selección española de fútbol llevaba 18 años sin pisar Cataluña, no fuésemos a molestar a los próceres separatistas con semejante engendro imperialista hollando su patria. Ahora por fin ha ido y el público ha abarrotado el estadio del Español para ver un insulso partido contra Albania. Por su puesto no se registró incidente alguno y de hecho se percibió un apoyo a la selección más entregado que en otras plazas españolas".
Pero los nacionalistas son los demás.