A cuadrarse - Mezclar la invasión de Ucrania y el 8-M era una tentación demasiado golosa. Y medio ultramonte mediático sucumbió con placer. “Feministas, las ucranianas”, tituló Isabel San Sebastián su columna en ABC el día de autos. Se resume en dos frases: “Si conociera el decoro y atisbara remotamente lo que supone el auténtico feminismo, Irene Montero y su corte celebrarían este 8-M cuadrándose ante las patriotas que han empuñado el fusil y se han unido a sus compañeros para frenar a los tanques de Putin. Tributándoles el homenaje que merece su conducta heroica”.
Cuidando a sus hijos - Por lo menos, la hiperventilada columnera ponía a las mujeres en el frente. El director de El Debate, Bieito Rubido, les asignaba labores más tradicionales: “Ayer, además de homenajear a mi madre, creo que era el día de esas mujeres ucranianas que se han quedado al cuidado de sus hijos mientras sus maridos dan la batalla por la dignidad de su patria. Cuidar a los niños y a los ancianos es otra forma de luchar por tu país”.
Ni un palo al agua - En la misma cabecera digital, Alfonso Ussía devolvía a las ucranianas a la guerra. Vean con qué fin: “Mientras miles de mujeres que lo tienen todo sin pegar con un palo al agua se manifiestan enloquecidas por un feminismo falso y vacío de conceptos, las mujeres ucranianas libres de proteger a sus hijos, combaten contra los invasores rusos en todos los frentes de Ucrania”.
Ay, hermana - Tirando de la misma monserga, Carmelo Jordá se adornaba así en Libertad Digital: “Mientras tanto, qué lástima que no se haya aprovechado el 8-M para celebrar el día de la mujer ucraniana en lugar del día de la mujer que trinca del Presupuesto. Ay, hermana, para eso sí que te creo”.
8-m... de 2020 - Federico Jiménez Losantos veía la apuesta y la subía hasta el más allá en El Mundo: “El aquelarre pacifista de ayer, en realidad putinejo, fue una ofensa a las mujeres ucranianas, y a las españolas en el Ejército, la Guardia Civil y la Policía. Pero fue aún peor el desprecio a las decenas de miles de mujeres que, hace dos años, enviaron a la muerte por el covid-19 los sindicatos de género, el rojo y el morado, del Gobierno Sánchez. Miles de ellas pasaron de la calle a la tumba”. Tal cual.