Como anoto en otras líneas, no creo que la sangre llegue al río, pero la bronquilla de verano entre Vox y PP (o viceversa) nos están regalando momentos muy divertidos en los medios diestros. Especialmente en alguno, como Libertad Digital, que toma claro partido por Abascal y pregunta en el título de su editorial "¿A qué juega Casado?". He aquí la autorrespuesta: "Sea como fuere, tanta estupidez y vileza por parte del PP hacia Vox empieza a resultar sospechosa, hasta el punto de que cabe preguntarse si el maltrato popular a su socio natural, que le permite gobernar en multitud de lugares, empezando por Madrid -ciudad y comunidad-, no obedece a una fijación personal de Casado para con su antiguo compañero y amigo Abascal. Lo que, desde luego, resulta tan inadmisible como incomprensible es que, por acción u omisión, el PP permita que se demonice a un partido liberal-conservador con una corta pero impecable trayectoria en defensa de la democracia, de la Constitución y de la Nación".
En el mismo medio, Emilio Campmany se muestra desconsolado y cabreado hasta tal punto que nos regala una confesión de parte: "La derecha siempre es cainita, caciquil y de campanario". Y después de ese patapam, esta frase dedicada a los contendientes: "Habría que sellarles a los dos el ombligo con cera hirviendo para que dejen de mirárselo".
Salvador Sostres en ABC también tira del autoflagelo y titula su descarga "La derecha provinciana". Lo gracioso es que carga contra el propio diario en el que evacua sus extravagancias: "Hay una afectación provinciana en la prensa de derechas tal como la hay en el Partido Popular". A partir de ahí, todas las barbaridades que se les ocurran y más. Vaya aquí un ejemplo mínimo: "El mayor drama de España es que la derecha es provinciana. Una derecha casposa, redicha, insegura, que escribe cursi porque piensa mal. Hay que ser valiente para vivir en la gran ciudad. El pueblo es una renuncia. El poder sólo existe en la ciudad, la sangre, las ganas de vivir, la sed de matar".
En el mismo diario de la "afectación provinciana", Luis Ventoso toma partido, faltaría más, por Casado, aunque sin dejar de echar media regañina al líder del PP: "Ahora vivimos una nueva peleíta a lo Pimpinela, a cuenta del error del PP de abstenerse en el impresentable cordón sanitario contra Abascal en Ceuta. Vox, que anda mustio en los sondeos mientras el PP se afianza, necesita foco y no ha perdido la ocasión de ponerse estupendo e insinuar una ruptura".
En La Razón, Pedro Narváez se tira de los pelos tirando de comparaciones parecidas: "Esta pelea de novios adolescentes en una tensión visceral no resuelta solo nos lleva al abatimiento y la melancolía. Por si no teníamos suficientes payasos en el circo llega un saco de pulgas amaestradas. Aprendan que uno no puede vivir sin el otro y que todo movimiento que no vaya en ese sentido solo conduce al suicidio. Si no hay nadie dispuesto a poner orden ahí pueden quedarse digiriendo sus cuitas en sus escañitos muy bien vestidos como niños malcriados".
Aparten, que llega otro amanuense hecho un basilisco por el comportamiento de sus afines ideológicos. Se trata de José Alejandro Vara, que firma esto en Vózpopuli: "Han llovido las descalificaciones, amenazas, desprecios superlativos y venablos espasmódicos. Una pelea adolescente, huera, banal y, lo más odioso, absolutamente prescindible. Una pelea de gallitos bobos, un capítulo más de las trifulcas en las que se enzarza, con simpar desacierto, la derechita gritona y gesticulante, que conoció su punto cimero en la moción de censura presentada por Vox contra Pedro Sánchez".
Y si esto es un cuento y requiere moraleja, nos aporta Gabriel Sanz también en Vózpuli. Que se peguen PP y Vox todo lo que quieran, que el uno sin el otro y el otro sin el uno solo conseguirán ser oposición por los siglos de los siglos: "Ya puede desgañitarse Pablo Casado haciéndonos creer a voz en grito que su centrismo es inmarcesible y lo suyo con Santiago Abascal un amor imposible, que las encuestas, todas, son tozudas: el PP solo llegará a La Moncloa con el apoyo de Vox a su investidura". No hay más cera que la que arde.