Un clásico del día después de los festejos por el patrón de España. "La Corona como continuidad de la nación" titula en primera La Razón bajo la correspondiente foto de Felipe VI y su parentela. En la jabonosa información, más genuflexiones y más doctrina: "Defender la unidad de España desde el concepto de comunidad inclusiva y reivindicar la Monarquía como pilar indispensable. Fue el eje de las palabras pronunciadas por Felipe VI ayer en la ofrenda al Apóstol Santiago en la catedral compostelana. Acompañado por Doña Letizia, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, el Rey presidió el acto principal del que ya es el Xacobeo más largo de la historia".
Y para que no se le quede nada, el cronista se postra también a los pies del purpurado: "Las palabras del monarca fueron correspondidas prácticamente al dedillo en la homilía del arzobispo de Santiago, Julián Barro. El prelado puso la mirada en el patrón para implorar «la búsqueda paciente de la verdad para promover la cultura del cuidado común que nos posibilita comprender la unidad y la historia de los pueblos de España, vertebrada con lo común de todos y lo específico de cada uno»".
La cuestión merece el segundo editorial del diario de Marhuenda (el primero es una glosa de Pablo Casado, líder indiscutido e indiscutible) que prácticamente es un calco de lo que venimos leyendo: "La reivindicación de la Corona como hilo conductor de España, puente entre el pasado, el presente y el futuro de la Nación, que simboliza su continuidad a lo largo de la historia como comunidad política, cultural y humana. Valores que no se agotan en la tradición, sino que se proyectan en un futuro compartido. El futuro, añadió el Rey dirigiéndose al Apóstol, de un pueblo que quiere ser agradecido".
En ABC, el periódico monárquico por excelencia, no hay ni una sola columna dedicada al discurso unificador de Felipe VI. Dirá que, por lo menos, un editorial sí habrá. Pues tampoco. Basta la mención de primera con la foto de rigor y este titular: "El Rey apela a la unidad de España que asegura nuestra convivencia". Y chispún.
En El Mundo el monarca se conforma con un suelto en portada bajo el título "El Rey reivindica la Corna y apela a la unidad y cohesión de la nación". El editorialista se explaya más y hasta deja un recadito a cierto presidente que no entró al templo: "No desaprovechó Don Felipe para poner en valor a la Monarquía como símbolo de la «continuidad de nuestra nación» y para reivindicar unidad, concordia, solidaridad y convivencia en democracia y libertad. No son por desgracia frases hechas. Son mensajes imprescindibles por parte del Jefe del Estado en un momento político como el actual en el que tantos españoles ven amenazados la unidad de España y el sistema democrático dibujado en nuestra Constitución. Sánchez no asistió a la misa. Pero no debiera ponerse de perfil ante el recado inequívoco del Rey".
Por si les ha sabido a poco lo anterior, les he apartado una par de fruslerías. Empiezo sometiendo a su consideración este desbarre místico-fascistoide de Jorge Fernández Díaz: "Es apasionante y urgente el reto que la civilización actual tiene que afrontar si no quiere desaparecer aniquilada por la ideología transhumanista y la distopía posthumanista, que pretenden un mundo deshumanizado -eso sí, gobernado por ellos- cual los nuevos diosecillos. Es la hora de una auténtica antropología humana: El humanismo cristiano".
De iluminado a iluminado, Juan Manuel De Prada se suma al carro de Bosé y denuncia una conjura planetaria para ponernos de rodillas con la excusa del virus: "Ninguna persona que no estuviese completamente invadida por el miedo y reducida a la esclavitud aceptaría que tales evidencias fuesen negadas o maquilladas. Y mucho menos aceptaría que se señalase como enemigos a las personas que no han querido inocularse, a las que en todo caso se trataría de persuadir". Y como sabe dónde se está metiendo, remata su pieza con una excusatio non petita: "No se me escapa que al denunciar los miedos tragacionistas se me condenará al desprestigio y al silencio más pronto que tarde. Pero un escritor digno de tal nombre debe responder ante su conciencia". Lo que no mejora empeora.