Lo que son las cosas. El no debate de la SER (o el debate interruptus, elijan) parece que va a tener más consecuencias que el que sí se celebró. Desde luego, sigue haciendo correr ríos de tinta ácida en los medios donde nos surtimos. Las versiones sobre los hechos son las que están imaginando. Escogemos una al azar, la que firma Julián Quirós en ABC: "El líder de Podemos llegó al programa de la Ser con voluntad de irse, porque necesita la bronca, atraer el electorado perdido, salir de su irrelevancia. El episodio corre el riesgo de movilizar a la izquierda, que estaba cuesta abajo. Una jugada exitosa. De Pablo Iglesias, no de Vox".
Eso es una menudencia si lo comparamos con el torrente de bilis dialéctica de Zoe Valdés en La Razón: "Lo que acabamos de ver en España en medio de un debate en La Ser, donde la moderadora Àngels Barceló tildó de ultraderecha a la candidata de VOX y luego en un número absolutamente montado se puso casi de rodillas, de manera servil y cobarde, frente al candidato de la ultraizquierda comunista (más de cien millones de víctimas), es la prueba de que la prensa hará todo, como mismo hizo en Estados Unidos durante los cuatro años de mandado de un presidente elegido democráticamente".
En Libertad Digital, suma y sigue. Firma la pieza un tal Daniel Rodríguez Herrera: "La izquierda se ha inventado un drama en la radio, en su radio, en la radio de Prisa. Con la ausencia de Díaz Ayuso, que tiene demasiado olfato como para enfangarse en un debate en el que la cadena y la moderadora garantizaban la encerrona, la izquierda necesitaba el debate para montar un número. Con la animosa colaboración de Angels Barceló, otra de tantas que se pone muy digna a la hora de ponerle comillas al periodismo de los demás, Iglesias ha montado con éxito su teatrillo".
En lo de teatrillo, el amanuense sigue a su jefe, Federico Jiménez Losantos. El turolense no se cree nada, empezando por lo de los sobres con balas: "Todo sarcasmo tiene justificación: ¿se las mandó Otegi, de las que dejó sin disparar? ¿Se le escaparon a la pequeña apisonadora que trituró tres montones de chatarra para vender por enésima vez el abandono del crimen por los de Otegi, socio de Iglesias y Sánchez? ¿O simplemente es un montaje grosero, porque ya no lo han organizado las cloacas de antaño, hogaño en la Fiscalía General del Estado o en la cárcel?".
Lo anterior lo vomitaba en el medio que dirige. Para El Mundo, donde también columnea, dejaba esto otro: "Y se presenta en la Ser haciéndose la víctima de Vox, a los que él manda apedrear. Y jura que le enviaron al ministerio del Interior (!) con Marlaska y Gámez, los tres mejores amigos de Otegui, una temible carta por correo con balas de CETME de los 50, que no detectó ningún escáner. Irían envueltas en tres capas de calzoncillos".
Entre los descreídos se cuenta también José María Carrascal, que desliza que hay gato encerrado: "Pero me he acordado de uno de los principios del Derecho Romano, aún actual, aplicable a las situaciones en que resulta imposible determinar el autor de una felonía. Me refiero al 'Cui prodest', el ¿A quién beneficia? En este caso, resulta evidente que no al que intenta echarse el muerto, nunca mejor dicho, Vox, o la derecha en general, y en particular a Díaz Ayuso, que de golpe se halla a la defensiva. Beneficiada, en cambio, es la izquierda, de nuevo favorita".
Sin entrar en si lo de las balas es un montaje, ahí tienen, en realidad, la tesis que se está espolvoreando estos días en los medios ayusianos. La idea es que la izquierda se mueve mejor en el barro, como escribe el editorialista de La Razón: "La izquierda ha fiado sus posibilidades a ensuciar la recta final de la campaña. Ese giro ha resituado la campaña en los bajos instintos, en la violencia, la confrontación, el enfrentamiento, la revancha, la cólera y el odio hacia esa parte de la sociedad que no acepta o se rebela contra la neurosis de lo políticamente correcto y la superioridad moral. Se ha decidido revisitar o resucitar el añejo y rancio discurso del miedo, con el guerracivilismo y, obviamente, con el fantasmón del fascismo, que es todo aquello que no es izquierda".
Luis Herrero -de nuevo en Libertad Digital- tira del mismo hilo argumental del guerracivilismo y blablablá: "Lo que ahora está por ver es si esta vuelta de la izquierda a los ululatos fantasmagóricos del pasado surte el efecto deseado. Yo creo que no. Por dos razones fundamentales: porque salta a la vista que es el constructo de una burda pantomima (ni la democracia está en peligro ni Vox es una cofradía de energúmenos con capirote) y porque, a la hora de asustar, acojona más Pablo Iglesias que Rocío Monasterio".
Alejo Vidal Quadras, no casualmente miembro fundador de Vox, se apunta a idéntico mantra en Vózpopuli (que esta vez podía llamarse VoxPópuli) y termina lanzando una amenaza: "Lo que parecen ignorar los que desentierran los fantasmas del pasado es que una vez sacados de sus sepulcros pueden resultar incontrolables. Los nostálgicos del 36 debieran pensarlo dos veces antes de continuar con este fúnebre juego porque a lo mejor les aguarda la sorpresa de ser aniquilados por los espectros que tan pertinazmente abrazan". Resumiendo, que si los rojos se ponen tontos, van a volver a las cunetas. El que avisa...
Nafarroa se queda sin tricornios, ¡ultraje!
Dejamos la gresca madrileña para levantar acta del escozor del diario El Mundo por la desaparición de los tricornios de territorio navarro. "La Guacrdia Civil tendrá que abandonar Navarra a partir de julio pese a la promesa que hizo Marlaska hace dos años", se lee en un sumario de la primera. En el interior, el encabezado es este: "180 guardias que se enfrentaron a ETA, traicionados por Marlaska".
En el editorial de rigor, el titular señala no al ministro sino a su superior jerárquico: "Sánchez expulsa de Navarra a la Guardia Civil". La prosa del resto de la pieza no defrauda: "Se arrodillan y contribuyen al juego de aquellos que pretenden disolver España y todas las instituciones que representan nuestra unidad y convivencia, como la Guardia Civil. Porque no se puede obviar que el único objetivo de hacer desaparecer a la sección de tráfico de la Guardia Civil de Navarra tiene la intencionalidad política de hacerlos desaparecer de su sociedad. ETA y su entorno social y político llevan imponiendo su proyecto totalitario en las sociedades vasca y navarra desde hace décadas. Y ahora cuentan con la venia del Gobierno". Menudo cabreo por el cumplimiento tardío de un compromiso.