La banca nunca pierde y Ayuso tampoco. Mucho menos, si es juzgada por sus adoradores mediáticos, de entre los que se destaca con brío La Razón. "Sin alternativa a Ayuso" resume en portada el diario de Marhuenda el debate de los seis candidatos a presidir la Comunidad de Madrid. En el editorial el título muta por "Ayuso o el arte de espantar infundios". Tengan cuidado, no vayan a resbalar con el jabón: "La candidata popular estuvo en su línea y, a nuestro juicio, fue de menos a más, cuando se impuso su habilidad, cimentada en las convicciones, en el arte de espantar los habituales infundios de la izquierda y supo trasmitir seguridad en su modelo de gestión, que mantiene la Comunidad abierta, dentro de las inevitables limitaciones, con la vida cultural viva y con una actividad económica más dinámica que la del resto".
El director en persona, el arriba mentado Francisco Marhuenda, se sube su propia apuesta. "La victoria de Ayuso", encabeza una pieza que comienza así: "La izquierda mostró su cara más inquietante y sombría con descalificaciones, insultos, mentiras y manipulaciones. Una vez más se comprobó que todo vale contra Ayuso. ¿Y cuál fue el balance? Una clara y contundente victoria de la candidata del PP".
Más lírico, Julio Valdeón habla de "Un trueno de la Puerta del Sol a Guadarrama". Y ahí ya no es victoria simple lo de Ayuso: "La popular preside el único territorio español donde los votantes descreen del guateque identitario y prefieren el modelo del 78 antes que el experimento quiminova de quienes contemplan el mundo con anteojeras colectivistas. Va a arrasar". Ahí queda eso.
En El Mundo, bien es verdad que con menos sirope, Jorge Bustos también glosa la actuación de la emperatriz de Lavapiés: "En cuanto a Ayuso, y salvo algunas escaramuzas con Iglesias, no perdió el aplomo presidencial de quien sale a defender lo conquistado frente a la artillería de los odiadores y el empalago de los pretendientes. Mirada fija a cámara y apelación constante a la soberanía del madrileño. Nada le gusta tanto a un madrileño como tener el destino de un político en sus manos, y Ayuso se lo ofreció con franqueza para gobernar a su manera, que todos saben ya cuál es".
No es muy distinto de lo que escribe a unos centímetros de papel Emilia Landaluce, aunque en su caso, aprovecha también para soltar la mano contra algún otro candidato: "Los ataques fueron brutales. Iglesias se pasó de chulo y mecha alfa. Ayuso tenía la lección aprendida y contaba con una escolta de lujo en Rocío (que no Rociíto) Monasterio, que blandió lo que más jode a Iglesias: sus contradicciones de Maríantonieto. Y luego estaban Bal y Gabilondo. ¿Decidió algo el debate de ayer? Cada uno escuchó al suyo salvo a Ayuso, que se les escapó viva".
Por no eternizarnos y para que vean que también hay formas más elegantes, les copio y pego el resumen que hace el veterano José Antonio Zarzalejos en El Confidencial: "Isabel Díaz Ayuso ni ganó ni perdió el debate. Salió de los estudios de Telemadrid con las mismas posibilidades electorales con las que entró. Se mantuvo a una distancia de seguridad de los temas incómodos con un mutismo persistente; descargó algunas respuestas intencionales; sonrió de continuo mirando fijamente a la cámara y disfrutó, sin volverse hacia ella, ante una sobreactuada Mónica García que le dirigía sus embates argumentales ataviada con blusa blanca y chaqueta roja, idénticas a las suyas".
"Vacunas segregacionistas"
Quizá echen en falta a ABC en el repaso. Ocurre que, aunque sí hay cobertura del debate, el vetusto diario tiene a la mayor parte de sus efectivos en otra guerra, la de las "Vacunas segregacionistas". Así es como bautiza Ignacio Camacho la presunta cachaza de la Generalitat a la hora de inmunizar a miembros de las Fuerzas de Seguridad españolas destinadas en Catalunya. Como imaginan, el tratataminto es trazo grueso: "Si pudiesen otorgarían a sus votantes el privilegio de inocularse primero; en su defecto, simbolizan en los uniformes el rechazo a lo externo, pura xenofobia, supremacismo mal encubierto. Un desaire que el Gobierno de España consiente de hecho al plegarse a vacunar a los guardias como si fueran miembros de una misión en el extranjero".
Como no podía ser de otro modo, el editorial principal se explaya en el mismo asunto bajo el título "Sin vacuna por ser policía español". Eso sí, las bofetadas son para el Govern, pero también para el gobierno de Pedro Sánchez: "La reacción de Moncloa no ha sido imponer un estado de alarma solo para Cataluña, como el que sí le endosó a Madrid en el puente de El Pilar de 2020, pese a que la exclusión de policías y guardias civiles es un incumplimiento flagrante de las obligaciones de la Generalitat con la estrategia nacional contra la pandemia". A un cuarto de hora de pedir el 155.
Juan Carlos Girauta, tan comedido como siempre, habla directamente de "Odio". De párrafo en párrafo crece el caudal de espumarajos: "A quien no se vacuna es al grupo humano de policías nacionales y guardias civiles al que la escuela y los medios han aplicado el tratamiento del odio macerado de generaciones. Al grupo que ha sufrido la mayor catarata de patrañas que se recuerda en las redes (hábitat natural de la patraña) mientras contribuía a mantener el orden constitucional en Cataluña siguiendo las instrucciones de los jueces".
Todo eso, en ABC. Pero también Libertad Digital le de pábulo al asunto en una filípica de Pablo Planas cuyo contenido no les sorprenderá: "No cabe mayor vileza, acto más grosero de odio y de discriminación. El nacionalismo catalán enseña su verdadera cara, los rasgos supremacistas, xenófobos y racistas condensados en una decisión que seguro responde a algún tipo del Código Penal. ¿Y qué hace el Gobierno? Pues en vez de obligar a la Administración regional catalana a vacunar a los agentes, anuncia que ya se encargará la Administración del Estado". Suficiente por hoy.