Con la colaboración de su productor de confianza, Dr. Dre, Eminem reunió algunas de las canciones más brillantes su carrera (‘Stan’, ‘The real slim shady’, ‘The way I am’) en un disco no exento de polémica. Hubo dos versiones de este tercer álbum, la censurada y explícita. Sus dardos fueron a parar a los grupos de pop prefabricados o boy bands, muy en boga esos años, y también tuvo sus más y sus menos con el colectivo LGTBI, a quien llamó “cobardes”, así como con su madre y su esposa. Eminem no dejó títere con cabeza, lo que no impidió que entrase en el nuevo milenio por la puerta grande: ‘The Marshall Mathers LP’ certificó su supremacía, ya no solo en el hip hop estadounidense sino en el mercado global de la música popular.
Logró vender unos estratosféricos 35 millones de discos, en un periodo en el que Internet aún no había cambiado las reglas de juego de la industria musical. Fue número 1 en todo el mercado anglosajón, entró como un ciclón en Europa, incluido España, y la crítica tuvo que rendirse a la evidencia: lo había vuelto a hacer. La revista Rolling Stone la incluyó en un listado de los 500 mejores álbumes de la historia, mientras que la influyente Time lo aupó entre los 100 primeros. Eminem ya había avisado de que no tenía pelos en la lengua, pero se atrevió a dar un paso más allá: conquistó el mundo con unas letras afiladas como navajas de afeitar. Como prueba de su capacidad destructiva y la voluntad de disparar contra todo y contra todos, estos versos de ‘The Real Slim Shady’: “Estoy enfermo de ustedes, / grupos de chicas y chicos, / todo lo que hacen es incomodarme / así que he venido para destruirlos”.