Las redes eléctricas, aunque menos visibles que otras infraestructuras energéticas, juegan un papel crucial en la transición hacia una economía descarbonizada. En Álava, la modernización y digitalización de estas redes es fundamental para conectar las fuentes de energía renovable y garantizar la sostenibilidad del sistema.

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), por cada euro que se invierta en renovables, es necesario destinar una cantidad similar, entre 0,7 a 1 euros, en la mejora de las redes. Esta proporción se incrementará a partir de 2030, lo que refuerza la urgencia de acelerar las inversiones en infraestructuras eléctricas. Sin redes eficientes, la electrificación de la economía no podrá materializarse.

El desafío de la transición energética en Álava y el resto de Euskadi pasa por contar con redes de distribución que sean capaces de gestionar grandes volúmenes de energía de forma eficiente y segura. Se estima que hasta el 70% de la transición energética se realizará a nivel de distribución, es decir, en las redes que llevan la electricidad directamente a hogares y negocios. Este dato subraya la importancia de este tipo de infraestructuras en el proceso de electrificación y descarbonización.

i-DE, la distribuidora de Iberdrola, ya opera una de las redes eléctricas más avanzadas del mundo, con más de 270.000 kilómetros de líneas de distribución en España, y en Euskadi gestiona más de 18.600 kilómetros. Estas redes no solo permiten la conexión de plantas solares y eólicas; también son esenciales para el crecimiento de la movilidad eléctrica, el autoconsumo y las ciudades inteligentes. La digitalización de la red posibilita un control en tiempo real del estado de cada nodo, aumentando la eficiencia y facilitando la integración de nuevas tecnologías, como los vehículos eléctricos y las baterías.

En Álava, su modernización y expansión no solo permitirá la integración de más renovables, sino que también impulsarán la electrificación de la industria y el transporte, situando a la provincia a la vanguardia de la economía verde

Un aspecto crucial es la relación entre la calidad de las redes eléctricas y la competitividad empresarial. Contar con una red eficiente no solo permite la integración de renovables, sino que reduce los costes energéticos de las empresas, mejorando su competitividad en el mercado global. España, con un gran potencial de energía renovable, puede ofrecer energía a precios más bajos que otros países europeos, algo que puede convertir al país, y particularmente a Álava, en un polo industrial atractivo.

Para asegurar el éxito de esta transformación, Iberdrola ha anunciado un plan de inversiones de 27.000 millones de euros entre 2023 y 2025, destinado específicamente a mejorar las redes eléctricas. Este esfuerzo pretende consolidar una red flexible y digitalizada, capaz de soportar las demandas energéticas del futuro.

No obstante, a nivel europeo, las inversiones en redes eléctricas aún están lejos de lo necesario. Por un lado, Eurelectric, la asociación que agrupa al sector eléctrico en Europa, asegura que, para ofrecer el sistema eléctrico del futuro, las redes de distribución de electricidad deben reforzarse y digitalizarse para absorber toda la capacidad disponible hoy, al mismo tiempo que se construyen nuevas infraestructuras y se amplía el número de kilómetros para añadir la potencia futura. Por otro, WindEurope, la asociación eólica europea, advierte que Europa debería aumentar las inversiones en redes de 40.000 millones de euros a 80.000 millones de euros anuales para poder absorber el crecimiento de las energías renovables, la movilidad eléctrica y las nuevas tecnologías. Este es uno de los grandes retos estructurales que enfrenta la Unión Europea en su lucha por la descarbonización.

El Global Smart Grids Innovation Hub, ubicado en Bilbao, también desempeña un papel central en el desarrollo de redes inteligentes. Este centro de innovación, en colaboración con más de 100 empresas y entidades, trabaja en proyectos relacionados con la digitalización, la gestión de datos y la respuesta a las necesidades de consumo emergentes. Además, el centro colabora con universidades y otras instituciones para desarrollar talento y preparar a los profesionales del futuro, consolidándose como un ecosistema de innovación global.

En Álava, la electrificación de sectores como el transporte y la industria dependerá de la robustez de las infraestructuras eléctricas. Javier Arriola, director de i-DE en la región Norte, señala que las redes eléctricas deben responder a la creciente demanda de conexión, impulsada por nuevas industrias, puntos de recarga de vehículos eléctricos y la producción de hidrógeno verde.

Contar con una red sólida permitirá a las empresas alavesas acceder a energía más barata y limpia, lo que mejorará su competitividad y facilitará su descarbonización. Las redes no son solo una cuestión técnica, sino una infraestructura fundamental para la prosperidad económica y medioambiental de la región.

El crecimiento de la movilidad eléctrica en Álava depende de una infraestructura de redes eléctricas eficientes y bien distribuidas, que i-DE ya está expandiendo para evitar cuellos de botella. A su vez, el autoconsumo se posiciona como una alternativa en crecimiento tanto para hogares como para pequeñas empresas. Las redes deben poder gestionar flujos bidireccionales de energía, permitiendo que los excedentes de energía generados por los usuarios puedan ser vertidos a la red. Esta interacción es clave para crear un modelo energético descentralizado, donde los consumidores también son productores.

Las redes eléctricas son el esqueleto sobre el que se sostiene la transición energética. En Álava, su modernización y expansión no solo permitirá la integración de más renovables, sino que también impulsarán la electrificación de la industria y el transporte, situando a la provincia a la vanguardia de la economía verde. Las inversiones en las redes no son un lujo, sino una necesidad urgente para garantizar un futuro energético sostenible, eficiente y justo.