Han pasado ya unos meses desde que anunció su retirada. ¿Se arrepiente de su decisión?
Creo que mi elección fue la correcta. Iba pasando el tiempo y mi curva deportiva ya no podía ser ascendente. Entonces, antes de que mi curva empezase a ser descendente y oír por ahí: Juanma, lo tenías que haber dejado ya, pues preferí dejarlo yo. Además, lo he dejado al máximo nivel, dirigiendo la final de Tokio en 2021 y la final de la Superliga de España este año.
¿Qué tal le ha tratado la vida desde su retiro, no tenía algunos proyectos pendientes?
Sí, he estado impartiendo seminarios en Rumanía, Bulgaria, Grecia, y ahora querían que fuera a Turquía, pero no he tenido tiempo. Ahora me dirijo a ser un técnico más para transmitir mi experiencia a nivel internacional. Ese es mi presente y mi futuro.
¿Qué diría que fue lo que más le gustó de poder ser árbitro?
Bueno, visitar los cinco continentes está muy bien, ¿no? Gracias al arbitraje he conocido a mi mujer, a mis amigos, he aprendido distintas culturas, comidas, viajes, personas, etc. También, el arbitraje me ha ayudado a aprender a superar situaciones muy difíciles. Ser árbitro me ha hecho ser mejor persona y me ha enseñado muchos valores positivos.
“Yo he sido un árbitro muy bueno en situaciones difíciles, por mi manera de ser y mi forma de actuar”
Y en la otra cara de la moneda, ¿hay alguna situación desagradable que recuerde?
Tuve una situación complicada en Zaragoza. Yo venía de dirigir la final de los Juegos de Atenas de baloncesto en silla de ruedas, mi primera final, y de repente me designaron un partido de baloncesto a pie. Yo no me enteraba de nada, porque venía de arbitrar baloncesto en silla de ruedas, que juegan por debajo del aro, y estos jugaban por encima. Además, la velocidad no tenía nada que ver. No me enteré de mucho, perdieron los de casa y nuestro trabajo fue realmente nefasto, así que la cosa acabó bastante mal.
Ha pitado en grandes citas, pero, ¿qué clase de partidos prefería arbitrar, los más tranquilos o los que eran más intensos?
Yo he sido un árbitro muy bueno en situaciones difíciles, por mi manera de ser, por mi forma de funcionar. Pienso que el concepto está en la persona, no en el cargo. Hay árbitros, o jugadores, a los que la presión les puede y lo pasan mal, otros a los que no les afecta ni lo más mínimo y los hay también incluso a quienes les hipermotiva estar ante una situación difícil. Yo soy bueno ante la presión, no me importó nunca pitar en grandes citas.
¿Hay algún encuentro que recuerde con especial cariño?
Hombre, en 45 temporadas hay muchos partidos buenos. Yo me acuerdo de mi primer partido, con 13 años y sin ropa ni calzado de deporte. También me acuerdo de arbitrar la primera Copa del Rey de categorías inferiores en baloncesto en silla de ruedas tras los Juegos de Pekín de 2008. Aquello era espectacular. Hubo una comunión increíble entre padres, entrenadores y jugadores. Les daba igual quién ganara, todos y todas querían ayudar en aquel ambiente a que a los chavales les gustase jugar al baloncesto. Uno fallaba el saque y no pasaba nada, volvía a sacar y nadie se quejaba. Fue espectacular.
A día de hoy le gusta ver el baloncesto, ¿se considera un seguidor de este deporte?
A mí realmente sí me gusta el baloncesto, pero otra cuestión es ir a la cancha. Se me hace difícil ir al Buesa, porque saben que eres árbitro y me piden explicaciones constantemente por las decisiones. Yo quiero ser un espectador más y disfrutar del partido, pero mi realidad es que sigo siendo árbitro aunque esté en la grada. Pero sí, el baloncesto lo sigo perfectamente, a nivel local, autonómico, nacional, de selecciones, etc.
“Ahora estoy disfrutando más que nunca con mi mujer y mi hija. También me dedico más a mi madre y a mi entorno social”
De los seis juegos que arbitró, ¿con qué edición de todas se queda?
Todos tienen algo significativo, pero Tokio fueron en plena pandemia y además terminaron siendo los últimos. Para mí son los más especiales. Nos tenían recluidos constantemente y no nos podíamos mover. Encima, coincidió que en nuestro vuelo de Frankfurt a Tokio una persona dio positivo en el avión enorme y entonces nos recluyeron todavía más. Para desayunar tenía que hacer pruebas de saliva cada día, y si no, no me dejaban ni salir de la habitación.
¿Por qué no pudo estar en las ediciones de Atlanta 1996 ni Sídney 2000?
En Sídney sí que estuve, pero en el Mundial del 98. No estuve en las Olimpiadas porque en ese momento me estaba dedicando de pleno al baloncesto de a pie y compatibilizar las dos cosas era complicado. Yo me estaba jugando subir a la ACB y el baloncesto en sillas no lo llevaba tan fino. Luego al final decidí no subir a la ACB y pude volver a dedicarme al BSR.
¿Por qué no quiso subir a la ACB?
Yo no me veía arbitrando al Baskonia. Sí al Araski, pero con el Baskonia la repercusión es otra. Ir por la calle y que me puedan agredir o insultar, a mí, a mi mujer, a mi hija o a mi madre. Eso no me compensaba. Deportivamente, sí, y económicamente también, pero salir por la calle y que no sepan quién soy es maravilloso.
“No me veía arbitrando al Baskonia ya que la repercusión es otra y no me compensaba que me insulten por la calle”
¿A qué le gusta dedicar ahora la mayor parte de su tiempo?
Ahora dedico tiempo a la huerta. Tengo un huerto urbano hace seis meses y le dedico un tiempo cada mañana. También puedo disfrutar de mi mujer y mi hija lo que no he disfrutado en mi vida. Me dedico más a mi madre y mi entorno social también lo estoy recuperando.
Por último, ¿algún consejo para alguien que esté dando sus primeros pasos como árbitro?
Le animo a que pruebe, a que experimente, que no tenga miedo a fallar. Ahora es cuando te van a permitir confundirte. Respeto sí, miedo no.