Vitoria. 36 años en las canchas de baloncesto, siempre con un silbato colgado del cuello. 25 de ellos a nivel internacional. Cinco Paraolimpiadas, récord de presencia alavesa, y en tres de ellas arbitrando la final de baloncesto en silla de ruedas. Juanma Uruñuela puede recordar sus kilométricos registros sin apenas pestañear, pero no puede evitar cambiar el gesto al hablar de su hija pequeña o de su mujer, motores de su vida. Él demuestra que los árbitros, por encima de todo, son personas, y que merecen ser tratados como tal cuando ejercen su labor. Exactamente igual que los jugadores de baloncesto en silla de ruedas.

En 2014 dijo que veía los Juegos de Río muy lejos. Ya ha llegado...

-Y he llegado bastante bien, cosa que no era fácil. Cuando vuelva, podré decir que soy el primer alavés que ha estado en cinco Paraolimpiadas, lo que es muy importante.

¿Qué significa haber estado en cinco ediciones diferentes?

-Significa toda una vida de baloncesto y arbitraje. Este año cumplo 25 como internacional. Es mi ADN.

De las cuatro ediciones pasadas, ¿con cuál se queda?

-Cada una es distinta. Barcelona fue el comienzo de algo muy grande. De Atenas recuerdo especialmente estar en el Partenón con Juan Antonio Samaranch chocándole la mano. De Pekín me quedo con las lágrimas que eché en su momento y con el apoyo de mis compañeros. En Londres dirigí la final masculina como árbitro principal. Los de Río los disfrutaré como si fueran los últimos. Son los primeros que ofreceré a mi hija, que es mi motivación.

¿Hubo preocupaciones en casa por el Zika?

-Cero preocupaciones. No se han registrado casos a nivel olímpico, pero seguiremos las precauciones adecuadas.

¿Cuál es la mayor diferencia de los Juegos Olímpicos respecto a los Paralímpicos en baloncesto?

-La selección nacional de silla de ruedas no juega con la misma repercusión que los de a pie. Unos juegan por encima del aro y otros por debajo. Por lo demás es lo mismo. Estos deportistas se han esforzado tanto o más que los que han ido en agosto y con menos medios para ello.

¿Y cuando hablamos de aficiones?

-El calor del público es el mismo. Lo que sí cambia es el trato a los árbitros. En Londres nos respetaron muchísimo. En Río tengo mis dudas, porque no han tenido una conducta del todo correcta.

¿Se portan mejor los jugadores de baloncesto en silla con los árbitros?

-No -ríe- tienen un carácter bastante potente. La media de edad es mayor, aquí no hay cantera. A mí me resulta más fácil arbitrar LEB Oro que cualquier partido de baloncesto en silla de ruedas.

¿Algún ejemplo de su carácter?

-Al principio, cuando iba a ayudar a levantar a un jugador del suelo, me rechazaba por orgullo. Ellos son deportistas de élite, en ningún caso buscan pena. Buscan que se les valore y se les trate con normalidad. A mí me aportan mucho más estos jugadores. Yo no se qué tienen estos tíos, que sacan lo mejor de mí.

¿Cómo se mantiene uno tantos años en la élite del arbitraje?

-Porque la gente que me rodea me ofrece todo lo que necesito a nivel deportivo. Por eso y porque trabajo muy duro para estar aquí. Es la clave del éxito.

¿Es cierto que un árbitro tiene que estar hecho de pasta especial?

-Es absolutamente cierto. Nos tenemos que someter a una presión adicional, saber que vas a estar siempre en el punto de mira. Es una carga que tienes que soportar en el día a día. A un árbitro se presupone que se le puede decir cualquier cosa, mientras que a los jugadores hay que tenerles más respeto. Eso no debería ser así. Igual que los jugadores fallan sus tiros, nosotros podemos fallar en nuestras decisiones. Si un jugador falla, se le cambia. Nosotros no tenemos ese cambio. A mí no me gusta fallar, pero tengo que estar preparado por si cometo el error. Arbitrar es una cuestión de respeto bidireccional. Yo te voy a respetar si tú me respetas.

¿Cómo ve el estado del arbitraje a nivel alavés?

-En baloncesto en silla de ruedas estaba Víctor Carnero detrás, ahora hay un desierto. En el baloncesto a pie Jorge Cabaño está trabajando bien, pero no sé si la Federación está apoyando lo suficiente a los árbitros alaveses.

Para acabar. ¿Qué me dice de Tokyo 2020?

-Ahora mismo, con 49 años, es implanteable. Creo que voy haciendo las cosas bien y podría llegar, pero no sé si lo suficientemente bien. Si yo estoy bien pero otros están mejor, adelante con ellos. Yo no tengo competencia a este nivel, mi competencia soy yo. Pero no se si seré capaz de reinventarme de nuevo.