Hay objetos que al contemplarlos nos trasladan de una forma inevitable a las casas de nuestros abuelos: una máquina de coser, un reloj de pared, un brasero, un armario... Pero si hay algo que nos retrotrae a nuestra infancia es esa vajilla en la que degustábamos nuestra comida favorita, esa que nos hacían con tanto cariño siempre que les visitábamos.

Se trata de los platos, vasos y tazas de la icónica marca de vajillas de vidrio Duralex. En casi todas las casas había alguna pieza de esta vajilla, que se fabricaba en tres colores: transparente, verde o ámbar. La compañía francesa, que arrasó con sus productos allá por los años 60 y 70, se ve ahora obligada ahora a echar el cierre ahogada por los precios del gas y de la energía.

Estas vajillas estuvieron presentes durante años en muchos hogares y fueron pasando por sus cocinas de generación en generación, en buena parte por su excelente relación calidad-precio. Con el paso del tiempo se empezaron a fabricar otras más modernas, lo que fue extinguiendo el furor que había por estas piezas de Duralex. 

Platos y vasos de Duralex transparentes y de color ámbar. Duralex

El hecho de ser de vidrio hace que esta vajilla sea muy recomendable para permanecer en contacto con los alimentos: no altera su sabor, al ser lisa no tiene recovecos en los que se puedan acumular bacterias y, además, es muy resistente al calor. 

Recientemente siguen teniendo su público, concretamente entre jóvenes amantes de lo vintage. Eso sí, ahora compran estas piezas a un precio bastante más elevado del que costaban años atrás. Lo hacen a través de plataformas de comercio digital, empujados por la nostalgia de la niñez vivida junto a sus abuelos. A los colores tradicionales se unen desde hace años los estampados geométricos y los tonos bicolores.  

Vasos, tazas, platos y fuentes ámbar de Duralex. Duralex

Misterio resuelto

Un misterio que ha rodeado siempre a esta vajilla ha sido su enorme resistencia. Se trata de un producto prácticamente irrompible, mucho más resistente que los platos y vasos de loza o de otros materiales.

¿Y por qué eran tan resistentes? El secreto está en la técnica utilizada para la fabricación de esta vajilla de vidrio y cuyo origen se remonta a 1945. Es la técnica del vidrio templado y consiste en ir calentándolo poco a poco hasta alcanzar los 600 grados centígrados para, a continuación, enfriarlo de forma súbita. De esta manera, se consigue desarrollar una resistencia del vidrio hasta tres veces superior a la habitual.

Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, explica así en su cuenta de Twitter cómo se lleva a cabo el proceso. Además, desvela también una curiosidad: qué significa Duralex, el nombre de la empresa.