La descarbonización del transporte, un componente crucial en la lucha contra el cambio climático, se está materializando en la vertiginosa aceleración hacia la movilidad eléctrica. En este contexto, la infraestructura de carga para vehículos eléctricos, las estaciones de recarga (o como se llamaban antes, electrolineras), desempeñan un papel fundamental. Y la empresa ABB E-mobility se ha situado como un líder mundial, con más de 30.000 puntos de recarga rápido (mayores de 50 KW) y más de 350.000 cargadores AC, con presencia en 88 países y, en febrero de este año cumplieron un importante hito: vendieron su unidad un millón de cargador eléctrico para vehículos.
En Álava y en el resto del estado, las electrolineras se están convirtiendo en una visión cada vez más común. Euskadi tiene un lugar privilegiado. Los vehículos eléctricos actuales pueden recorrer las distancias entre las capitales sin mayores problemas y cuenta con una gran industrialización por lo que es más fácil encontrar puntos de carga. Otro elemento a favor del País Vasco es su ubicación geográfica como punto de paso entre Francia y hacia el sur, por ejemplo. Si bien, como reconoce Álvaro Vázquez, todavía queda mucho trabajo por hacer. Según un análisis de ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones) de 2022, Euskadi todavía está por debajo de la media del estado en infraestructura eléctrica para vehículos pese al potencial que presenta.
“Disponer de un punto de recarga, además de ser un negocio, da ventaja ante la competencia”
Para este experto en movilidad eléctrica “disponer de un punto de recarga, además de ser un negocio por sí mismo, da ventaja ante la competencia”. En este sentido Álava tendría una posición de ventaja. Es una zona de paso tanto para tráfico particular como de transporte por lo que una persona que deba viajar, buscará un lugar donde pueda recargar su vehículo.
Y es que el consumidor final, el conductor o propietario del vehículo, juega un papel fundamental en la implantación y expansión del vehículo eléctrico. Vázquez señala que el dueño o dueña de un vehículo quiere una carga fiable, que vaya a coger su coche tras haberlo dejado cargando, no haya problemas. En este sentido, Vázquez afirma que “ABB siempre ha tenido como base de su negocio que los cargadores deben funcionar todo el tiempo, deben estar monitorizados y los clientes deben saber que el cargador está activo y su coche cargado”.
Es muy importante entender que no se trata de puntos de recarga, o electrolineras, o pantógrafos para bus eléctrico. Se trata de un ecosistema de recarga completo con las grandes estaciones de recarga ultrarrápidas donde cargar en diez minutos, los puntos de carga rápidos en ciudad y los que podemos tener en nuestros domicilios. Por ello, la infraestructura de recarga se debe ver como un conjunto completo, como si fuera un sistema circulatorio complejo de venas, arterias y capilares.
Aunque la demanda de vehículos eléctricos no ha dejado de crecer en los últimos años, todavía existen a día de hoy barreras para la adopción de este medio de transporte –los altos precios de los vehículos y una escasez de puntos de recarga– están frenando una expansión más rápida de estos vehículos. Sin embargo, cree que es trabajo de todos dar ese salto. Por un lado, los gobiernos buscan alcanzar sus objetivos de reducción de emisiones de carbono, fomentando la adquisición de vehículos eléctricos, y por otro, la infraestructura de recarga se convierte en un pilar de sus estrategias. En medio, el ciudadano que ve cómo estos vehículos son una opción mucho más económica a largo plazo de desplazamiento.
Las ventajas sobre los combustibles tradicionales son múltiples. Primero, los vehículos eléctricos producen cero emisiones locales de CO2, lo que mejora la calidad del aire en las ciudades. En segundo lugar, la electricidad utilizada para recargar los vehículos puede provenir de fuentes renovables, lo que reduce aún más las emisiones de gases de efecto invernadero.
Otro factor a tener en cuenta es que, a diferencia de los combustibles fósiles, sujetos a la volatilidad del mercado, los costes de la energía eléctrica son más estables. Esto combinado con la eficiencia superior de los vehículos eléctricos, significa que la recarga de un vehículo eléctrico puede ser considerablemente más barata que llenar un depósito de gasolina o diésel. Vázquez también quiere desmitificar los tiempos de carga como una barrera para la adopción de esta tecnología. Aunque puede ser muy variable dependiendo del vehículo, pone un ejemplo, “un vehículo actual con una batería de 77 KW y una autonomía de unos 350 kilómetros, podría cargar la mitad de la batería en lo que tardamos en tomarnos un café”.
La posición dominante de ABB en el mercado de las infraestructuras no es casual. La empresa ha estado a la vanguardia del desarrollo de la tecnología de carga rápida, proporcionando soluciones integrales para una amplia variedad de aplicaciones, desde cargadores de vehículos privados hasta redes de carga de alta potencia. Además, ABB ha demostrado un compromiso sólido con la sostenibilidad, impulsando la transición hacia una economía baja en carbono.
“Aunque vamos en la dirección correcta, queda aún mucho por hacer en la implantación de la infraestructura”
Una infraestructura de recarga fiable, flexible y sostenible en el tiempo, y en particular el papel de ABB en su desarrollo y despliegue, son una ilustración clara de cómo la innovación tecnológica y la colaboración pueden impulsar la transición hacia una economía más limpia y sostenible. Si bien queda mucho por hacer, el avance de las electrolineras en Euskadi y el resto del estado es un signo prometedor de lo que se puede lograr en el camino hacia un futuro de cero emisiones. En este camino, la experiencia, la visión y el compromiso de empresas como ABB serán recursos invaluables.
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