Su vocación por la moda, el coser y el diseño le vienen de niña. Después de más de 30 años de trabajo, su pasión, esfuerzo y ganas de superación han convertido a Mercedes de Miguel en referente en este competitivo mundo. Su taller-laboratorio de Elguero ubicado en la comarca vizcaina del hierro le permite inspirarse en profundas raíces norteñas y pinceladas de color con la que cobran vida sus prendas. Su nave/taller/laboratorio, que recuerda un loft neoyorkino, abre sus puertas a eventos, a celebraciones inmersas en un halo artístico. 

Hablamos de diseño y surge la duda de si hablo de arte, de artesanía, de oficio, de coser… ¿Cómo se ve a sí misma? 

-Soy más un puzzle de todo eso. Depende de las colecciones; a veces son más artísticas, otras más comerciales o más artesanales. Lo importante es el oficio, el saber hacer; ahí está la clave, porque cuando lo sabes hacer lo sabes elevar a todas las categorías, al arte, a lo comercial, a lo artesanal.

Usted es bien conocida y reconocida, pero ¿por qué decidió dedicarse a diseñar? ¿Desde cuándo fijó sus objetivos en el diseño de moda? 

-Lo mío es vocacional. Desde pequeñita empecé a vestir a las muñecas; tenía verdadera afición. Mis amigas jugaban con tacones y yo estaba haciendo vestidos a las muñecas. Después, cuando nació mi hermana Charo -nos llevamos 12 años-, yo le hacía los vestidos. No fui a ningún sitio a aprender, aunque mi madre tenía afición y nos hacía la ropa. Probablemente ella me inspiraba, pero lo mío era vocacional.

Mercedes de Miguel Miren González

Dicen que en Bilbao ahora se viste menos elegante. ¿Es así, o solo que han cambiado los gustos? 

-En general, la globalización ha cambiado la forma de vestir en el mundo, porque hoy se le da una importancia diferente. Pero no es verdad que no nos vistamos bien o no queramos cambiar de ropa. Como todo en la vida, la moda va evolucionando, nos gustará más o menos, pero se sigue apostando por el buen vestir.

Un tópico, ¿se preocupan más los hombres o las mujeres de ir a la moda? 

-En general, la mujer se ocupa más de la moda, pero es verdad que si el hombre se preocupa por ella destaca por encima de todo. Yo empecé diseñando para mujeres, porque mi referencia era hacer cosas para mis hermanas. Y en aquella época la moda femenina era más apreciada que la masculina.

Estando fuera de Euskadi se percibe que Bilbao está de moda: su cultura, arte, gastronomía… ¿También lo está el diseño de moda que se hace aquí, en Bilbao, en su taller de Elguero? 

-No lo creo. Ni el País Vasco, ni España somos un referente de moda como sí lo son Italia y Francia. En el País Vasco hemos dado preferencia durante mucho tiempo a la industria pesada; ahora algo va cambiando y la moda adquiere más importancia, gracias a concursos como Art&Fashion que pone la moda en el ojo del mundo, haciéndose más relevante su presencia. Sin embargo, para que aporte más a la ciudad, se tienen que mover muchas cosas; puede haber uno o dos diseñadores o diseñadoras que destaquen, pero esto no lo convierte en lugar de moda. Espero que gracias a los concursos internacionales se ponga más el foco en el mundo de la moda.

Semanas en Bilbao como la Fashion Week de moda, cultura y gastronomía. Con proyecciones mediáticas como esta, ¿qué beneficios se obtienen? 

-Cuando de algo se habla y se conoce, cuando se pone el foco en algo y se le da visibilidad, eso es bueno. La moda es la gran desconocida, todavía hay quien piensa que llega sola a la tienda. Pocos se plantean cómo se hace la moda, ni el trabajo y esfuerzo que hay detrás. Por eso, cuando ponemos el foco en algo estamos dando a conocer lo que hacemos y conocer es información. Con esa proyección das a conocer a mucha gente y generas ilusión. A mí, me parece bueno. 

La industria metalúrgica pesada vasca es recuerdo histórico, ¿la moda ya es hoy uno de los referentes de la nueva industria-empresa? ¿Espera que aumente su peso en el PIB?

-Lo desearía, me gustaría y creo que vamos hacia ahí. La industria pesada cada vez tiene menos peso, el mundo va evolucionando a una velocidad tremenda y la moda también es tecnología y es algo que siempre va a estar ahí, porque el ser humano nunca va a dejar de vestirse, y porque, además, la moda crea ilusión y bienestar. Espero que tenga más fuerza, pero hay que potenciarla.

Se habla de las pasarelas de París, Milán, Madrid, Barcelona, New York... ¿Se llegará a citar las de Bilbao/Euskadi como referentes de moda puntera? 

-A mí me gustaría, pero hay muchísimo trabajo hasta poder llegar a ello. No se hace de la noche a la mañana, hay que hacerlo poco a poco y con gran esfuerzo. Además, los jóvenes tienen que creer, tiene que haber materia prima para demostrar que podemos y valemos. Claro que me gustaría, pero habría que analizar si esto se puede, saber quién está dispuesto a apoyarnos. Sería fantástico poner a Bilbao en el tablero mundial de la moda.

Ciertos modelos de alta costura me parecen imposibles de utilizar. ¿El diseño de moda debe dirigirse más al elitismo o más hacia la popularización? ¿O son compatibles?

-Son compatibles y, además, cuando hablamos de una cosa, no hablamos de otra; cada una tiene su fin. Cuando organizas una pasarela, quizá no sea comercial, porque no todas lo tienen que ser, lo que muestras es una idea y siempre tiendes a exagerar, a llamar la atención para que se fijen en esa tendencia. Las tendencias exageran, pero cuando se comercializan se normalizan. La pasarela fija el foco en una idea de tendencia, pero al comercializarse la exageración se reduce y una cosa convive con la otra. La alta costura es exclusiva, especial, para un momento determinado, ¿por qué no? Todo es posible.

Sobre la moda recae la sospecha de utilizar mano casi esclava en países con escasos derechos laborales. ¿Es así? ¿Contar con mano de obra de aquí es garantía de equilibrio entre beneficio empresarial y sostenibilidad?

-Lo ideal es que la industria esté cerca de casa. Pero son las macrofirmas las que hacen que los talleres se queden aquí o se muevan, porque ellas mantienen la continuidad en un modelo de industria que es estacional. Las empresas pequeñas, yo me considero así, aunque sea grande en comparación con otras, hacemos las colecciones y cada temporada producimos dos meses en invierno y dos en verano, pero después se empiezan a deslocalizar los talleres. A esto se suma que ya no haya cultura de coser, no está de moda; todo el mundo quiere ser diseñador, pero de costura nada de nada. No sé si porque no está bien pagado, porque no se lleva o porque no gusta. Así es difícil poder hacer aquí las colecciones. Lo intento, porque me parece bueno, pero sufro al intentar hacer aquí la colección por la evidente falta de medios.

Otra crítica es la contaminación que genera. ¿Se necesitan técnicas menos agresivas con el medio? ¿Más conciencia ciudadana, reutilizar, reciclar, reducir? 

-Hace falta concienciación; es lo importante, porque si los tintes son abrasivos se puede buscar otra fórmula. Aquí la clave la tiene el consumidor, que quiere que le cueste poco. Al final la concienciación es necesaria en todos los lugares porque es muy fácil criticar que se contamina y ser consumidora comprando una camiseta de cinco euros sin pensar por qué cuesta tan poco dinero.

¿Utilizamos los vascos la moda de aquí? Vender fuera aporta fama, prestigio y beneficios, ¿pero triunfar en la propia casa como usted, qué plus añade? 

-Siempre es bueno que te reconozcan en tu propia casa, te hace sentir bien y segura, porque si en tu casa no te tratan bien y no gusta, pues resulta decepcionante. A partir de estar bien en tu propia casa, hacemos un buen trabajo para vender fuera, porque fabricamos aquí abiertos hacia el mundo.

Como diseñadora y empresaria, ¿qué objetivos se marca a corto, medio y largo plazo?

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-En el 35 aniversario de la firma hicimos una gran fiesta en nuestro Atelier del Polígono de Elguero-Sestao con gran éxito, el éxito de que viniera nuestra gran familia de clientas y amigos. El taller les pareció un lugar fantástico para fiestas y eventos; es una nave antigua, como un gran loft neoyorkino con encanto donde puedes hacer fiestas sin molestar a nadie. Nos ilusionó la idea, pero la pandemia lo paró. Ahora retomamos la idea y creemos que será un sitio especial para celebrar eventos.

Personal


Mercedes de Miguel. Desde niña manifiesta su pasión por la moda. Con 15 años se trasladó a Bilbao para estudiar diseño, estudios que completaría en Barcelona. En 1989 crea su propia firma. En 1999 recibe el Alfiler de Oro a la Mujer Empresaria del Año. Su primera pasarela fue en 1995, desfile anual entre 1999 y 2005, primero en Cibeles y posteriormente en Gaudí.

Actualmente, utiliza dos firmas: M. de Miguel y Poupée Chic by Mercedes de Miguel, con las que ha recibido numerosos premios y le ha llevado a representar al País Vasco y España en diferentes iniciativas. Sus marcas están presentes en 500 puntos de venta en Francia, Portugal, Bélgica, Japón, Hong Kong, Taiwan, China, Países Árabes ... El futuro para De Miguel es enfrentar los nuevos desafíos de la investigación y de la industria en el campo de Moda y Tecnología.