La Oreja de Van Gogh es una de las bandas más representativas de la música pop en la geografía vasca. Con más de 25 años de andadura en los escenarios, el grupo liderado por Amaia Montero se ha convertido en todo un referente musical. A día de hoy, sigue habiendo nuevos detalles que salen a la luz, especialmente los relacionados con su primer disco.

La banda de Donostia, se estrenó con su álbum ‘Dile al sol’ en 1998, uno de los más icónicos de todo el panorama musical con casi un millón de copias vendidas. Sus primeros integrantes fueron Amaia Montero, Pablo Benegas, Xabi San Martín, Haritz Garde y Álvaro Fuentes.

La banda vasca La Oreja de Van Gogh, con los cinco discos platino que ganaron por su álbum 'Dile al sol' EFE

Los inicios

El primer trabajo de La Oreja de Van Gogh dejó para el recuerdo canciones ilustres que todavía perduran en la memoria de todos los amantes de la música, como, por ejemplo, “El 28”, “Soñaré”, “Cuéntame al oído”, “Pesadilla” y “Dile al sol”, entre otras.

El grupo de pop, había llamado la atención de Sony en 1997, gracias a la maqueta en casete que grabaron después de ganar el Concurso Pop-Rock Ciudad de San Sebastián. Fue la director artística de la discográfica, Jennifer Ces, quien les brindó la oportunidad.

Gracias a ella, Sony decidió apostar por esta prometedora banda formada por amigos de la universidad que se reunían para tocar después de clase: “Se tuvo que pelear bastante porque había mucha gente en Sony que decía que no sabíamos tocar, que estábamos empezando”, explican.

Así lo confirma en una entrevista concedida al medio elDiario.es Haritz Garde, el batería de la formación musical: “Llevábamos muy poquito pero ella veía que teníamos algo”.

Ensayos y grabaciones

Finalmente, Sony dio el visto bueno a La Oreja de Van Gogh y fichó a Alejo Stivel para la producción del LP, quien acudió a su local de ensayo para escuchar el repertorio. “Estábamos de los nervios. En ese momento casi no sabíamos producir. Estábamos en un sueño”, recuerda Garde.

No obstante, el veredicto del productor no parecía el mismo. “Les dije que veía mucho potencial a las canciones pero que para poder conectar con el público tenían que estar bien tocadas y ellos no tocaban bien”, recuerda al citado medio el batería.

A modo de sugerencia, Stivel les recomendó que se encerraran a ensayar ocho horas al día durante un año, pues “quizás así, lograrían controlar más o menos” los temas. Todo se debía a los plazos que manejaba Sony, queriendo tenerlo todo acabado para aproximadamente un mes y medio.

Entonces, el productor propuso grabarlo con otros músicos, a lo que la discográfica y la banda aceptaron. “Todos se dieron cuenta de que así saldría mejor. Yo no podía producir algo que sonara mal. Si lo hubiese hecho como ellos tocaban, el disco no hubiera funcionado”, asegura Stivel.

El grupo estuvo presente en aquella grabación, acompañando también a la vocalista Amaia Montero: “Ella sí que tenía las condiciones para cantar. Obviamente, con el tiempo obviamente se perfeccionó y cantó mejor que en este disco, pero ya tenía esa voz que sonaba a que podía gustar y que comunicaba”, detalla sobre ella cantante.

Jóvenes e inexpertos”

Por otra parte, Haritz Garde indica que eran jóvenes e inexpertos: “Sabíamos tocar lo justo para nuestras canciones. Había cosas que éramos incapaces de asumir y poder afrontar. Lo intentábamos pero era muy complicado y tuvimos que tirar de cuatro magníficos músicos”.

Para grabar los instrumentos, Stivel pudo contar con su equipo de confianza, con los que más tarde grabaría discos como ‘19 días y 500 noches’ (1999) de Joaquín Sabina, y el debut de ‘El canto del loco’ (2000).

Los nombres de los profesionales que participaron en la grabación están presentes en los créditos de ‘Dile al sol’ como colaboraciones. Josu García fue el asistente de producción, corista y guitarrista; Marcelo Fuentes como bajista, Fernando Samalea como batería y Francis Amat al piano del sencillo ‘Cuéntame al oído’.

Según Stivel, esos días fueron muy importantes para los componentes de La oreja de Van Gogh. “Estuvieron con músicos de nivel, que a su vez estaban en la mejor disposición para compartir su experiencia con ellos. No les teníamos relegados en una habitación, al contrario”.