Así debes conservar las cerezas y las picotas para que estén frescas y en su punto más tiempo
Los muy aficionados a esta fruta podrán disfrutar de ella también durante el invierno si aprenden a elaborar conservas con ellas
Si hay una fruta que es esperada con deseo en cuanto la primavera se asienta en el campo esa es la cereza. Su llegada viene anunciada por la floración de los árboles, que dan lugar a espectaculares paisajes casi de obligada visita. Una vez los insectos polinizadores han terminado su trabajo solo queda esperar a que madure esta fruta de rojo brillante y profundo, de una piel fina y crujiente que envuelve una pulpa carnosa, dulce y muy aromática. Lo de divertirse escupiendo el hueso lo dejamos para otro rato.
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Es precisamente esta piel fina y esa pulpa jugosa la que hacen de la cereza un producto delicado, al que la humedad y las condiciones ambientales hacen que pueda estropearse rápidamente. Por eso es importante saber cómo guardarlas para conseguir estirar un poco más esos días que las tenemos en casa.
Cómo conservar las cerezas correctamente
Los profesionales que trabajan con cerezas ofrecen unas recomendaciones generales para poder conservarlas de manera efectiva:
Guardarlas sin lavar
La recomendación general es lavar sólo las cerezas que se vayan a consumir y en el momento de hacerlo. Se trata de evitar que la humedad residual pueda estropearlas.
Ponerlas en un sitio oscuro y fresco
Las cerezas, como muchas otras frutas, son sensibles al calor y la luz solar directa, que aceleran su maduración y su deterioro. Por ello lo adecuado es un lugar fresco sin luz.
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Usar recipientes no herméticos
La cesta, el bote o la bolsa donde se guarden las cerezas deben permitir que la fruta se airee. Si se cierra de forma hermética puede acumularse la humedad y acelerar que las cerezas se estropeen. Como decían las abuelas, hay que dejar que la fruta respire.
Separar las maduras de las estropeadas
La cereza es una fruta no climatérica, es decir, que solo madura en el árbol. Una vez cosechada se queda en ese punto y a partir de ahí solo se estropea. Por eso, se deben retirar las que presenten alguna señal de deterioro para evitar que afecte a las otras.
Conservarlas en fresco
La baja temperatura del interior de la nevera alargará su vida hasta casi dos semanas. Y si mantiene su rabito, mejor. Hay que mantener el equilibrio entre el frío que seca la cereza tapando el recipiente y la suficiente ventilación para que no se acumule la humedad.
También hay que tener en cuenta que las cerezas son sensibles al frío extremo, por lo que es recomendable mantenerlas en el cajón de las verduras de la nevera, donde la temperatura es menos fría que en otros compartimentos. Además, no hay que poner peso encima de las cerezas y, a la hora de comprarlas, se deben buscar las que tengan un color rojo brillante para que duren más.
Congelarlas
Es la opción para aquellos que quieren disfrutar de las cerezas durante todo el año. En este caso sí, antes de congelarlas hay que asegurarse de lavarlas bien conservando los tallos. Hay quien aconseja deshuesarlas. Después, se extienden las cerezas en una bandeja en una sola capa y separadas entre sí para congelarlas. Una vez conseguido, se meten en bolsas y se guardan. Al quedar sueltas es más fácil descongelar solo las que se vayan a consumir. Hasta un año puede guardarse así.
Para descongelarlas, hacerlo despacio, dejándolas toda la noche en el frigorífico. En el caso de las cerezas, lo mejor es guardarlas en el frigorífico durante la noche.
Embotarlas
Como alternativa a la congelación, se puede embotar, hacer una conserva con las cerezas. El proceso es sencillo. Tras lavar las cerezas con agua fría y quitarles el hueso, se prepara un jarabe sencillo con agua y azúcar en una proporción del doble de agua que de azúcar. Esta mezcla se calienta hasta que todo el azúcar se disuelva. Tras esterilizar los frascos de vidrio unos minutos en agua hirviendo, se llena con las cerezas y se cubren estas con el jarabe, dejando libre entre uno y dos centímetros hasta la boca del bote. Cerrar el bote y ponerlos en agua a 80º durante un cuarto de hora. Pasado este tiempo, dejar enfriar y guardar los botes en un sitio fresco y sin luz directa.