El ir y venir de la humanidad por la historia y la geografía ha traído y llevado alimentos de un lado a otro. A veces nos parece que han estado toda la vida en nuestras despensas, pero con un poco de perspectiva se ve que alguna vez fueron ‘exóticas’ para nuestros antepasados. Ahora conocemos las que se quedaron, las que triunfaron en nuestros paladares o necesidades, otras no tuvieron esas suerte.

En la actualidad sigue siendo así, y nuevos productos llegan a los mercados con la intención de hacerse un hueco. Estos son algunos de los últimos en llegar esta última década y que tras unos inicios titubeantes, parece que logran abrirse paso. Pero… ¿conseguirán asentarse?

1. Kéfir o la alternativa al yogur

El hongo del kefir es una amalgama de bacterias y levaduras que hacen fermentar la leche para lograr esta crema parecida al yogur. Webware

Es uno de los alimentos probióticos por excelencia, similar al yogur al ser un fermentado de leche, aunque sean otros microorganismos los que interviene en el proceso. Es bajo en calorías y algo ácido. Sus bacterias vivas contribuyen al desarrollo y funcionamiento de la flora intestinal o microbiota, facilitando la digestión más que el yogur.

2. Kombucha, el té fermentado

Una mujer disfruta de un vaso de kombucha. Freepik

Otro recién llegado del mundo de los fermentados, en este caso es una bebida de té azucarado fermentado con una combinación de levaduras y bacterias, que se conoce como hongo. El resultado se considera muy saludable, aunque excesivamente ácido. De hecho, si el proceso de fermentación se alarga puede convertirse en un vinagre. Ojo con las que se venden como refrescos, están filtradas y purificadas para evitar riesgos de intoxicación que se pueden dar en la elaboración y han perdido sus cualidades probióticas

3. Semillas de lino y chía en el desayuno

Las semillas de chía suponen un gran aporte de fibra, omega-3 y minerales al comienzo del día con el desayuno. Freepik

Complementar bizcochos, pasteles o tartas con semillas de lino y de chía tiene como objeto aprovechar sus cualidades como fuentes naturales de fibra, ácidos grasos omega-3, proteínas, vitaminas y minerales. La chía se puede remojar en leche para hidratarla y tomarla directamente. Las semillas de lino pueden presentar alguna dificultad para ser digeridas, por lo que es conveniente machacarlas primeros antes de incorporaras a alguna receta.

4. Kale, la col rizada

La col rizada, de gran tradición e el norte de Europa cuenta con un alto contenido en calcio. Pixabay

El kale es un tipo de col rizada que se ha puesto de moda en los últimos años y también ha adquirido cierta fama de superalimento, aunque la realidad es que no se diferencia mucho de la col de toda la vida, de la berza. Por su contenido en calcio se la considera una buena alternativa a la leche.

5. Edamame, semillas de soja de aperitivo

El edame se puede consumir como snack tanto salteado como cocido al vapor. Pixabay

Tan sofisticado nombre hace referencia a la vaina de la soja en cuyo interior están las semillas sin madurar de esta planta. Viene a ser la versión japonesa de la alubia verde pero servida como aperitivo o tapa vegetal una vez cocida o salteada. Lo que se come son la semillas y se deja lo de fuera, la vaina, como con las pipas de girasol. Los habituales de los restaurantes de sushi y de los especializados en poke las encuentra mucho.

6. Kimchi, la guarnición coreana

Originario de Corea, este fermento de col asiática es un excelente acompañante de carnes y pescados. Pixabay

Con el kimchi volvemos a los fermentados, en este caso con origen en Corea. El más tradicional se hace a partir de col china reposada en salmuera a la que después se le ha añadido un adobo de pasta de ajo y jengibre machacados, salsa de pescado, pasta de soja, chiles coreanos y azúcar. En lugar de col también se pueden emplear otras hortalizas y frutas. Es un excelente acompañamiento de carnes , pescados y arroces.

7. Té matcha y té chai, un paso más allá

Elementos tradicionales para preparar un maTcha: hojas de te verde en polvo, un batidor de bambú, cucharilla del mismo material y cuenco para la mezcla con agua o leche. Pixabay

Estos tés se suelen consumir con leche y son una interesante opción como desayuno. El te matcha es polvo de hoja de te verde que se bate en agua caliente o directamente en la leche, Se le atribuyen cualidades antioxidantes, depurativas y digestivas. Por su parte, el té chai es un té verde o negro, aromatizado con especias como la canela, el clavo, el jengibre, el cardamomo, el anís o la nuez moscada, entre otros. Esto aporta al té sabor más complejo y propiedades saludables nuevas.

8. Estevia, azúcar de coco y otros edulcorantes

Manojo de hojas y flor blanca de la stevia. Freepik

Los estudios que demonizan el consumo de azúcar blanco no han hecho desistir al ser humano de endulzar los alimentos, por lo que no extraño que aparezcan aspirante a ocupar su trono. La stevia, el azúcar de coco, la panela y otras opciones en forma de edulcorantes aspiran a ocupar su sitio en nuestras recetas pasando por encima de la sacarina o la miel. Aunque la dudosa fama que están adquiriendo los azúcares en general hace que no terminen de imponerse.

9. Quinoa, amaranto y trigo sarraceno

Con la harina del trigo sarraceno se elabora pasta libre de gluten. Freepik

Aunque han tardado 500 años en cruzar el Atlántico, la quinoa y el amaranto han llegado para ser una alternativa menos calórica y mas proteínica al arroz, tanto blanco como integral. Otra novedad es el trigo sarraceno, aunque en este caso se trata más de una recuperación que de una incorporación. Es un seudocereal que no contiene gluten, por lo que el aumento de diagnósticos de celiaquía lo convierten en una muy buena opción como harina para panes, repostería y pasta

11. Konjac, la pasta que llena

La pasta de konjac se elabora a partir del tubérculo asiático 'Amorphophallus konjac'. Freepik

El konjac ha sido uno de los últimos en llegar y lo ha hecho con el aura de ser la mejor arma contra los carbohidratos. Y es que con este tubérculo asiático se hace una pasta que no contiene este nutriente. El problema es que más allá de fibra no tiene nada más, así que en lo que respecta a aportes nutricionales es casi un cero. Sus efectos son más saciantes que alimenticios, por lo que hay que evitar abusar de él. Si se consume bajo la observación de un especialista, bien médico o nutricionista, puede ayudar a mantener niveles normales de colesterol sanguíneo, ayudar a adelgazar cuando se siguen dietas bajas en calorías, favorecer una alta motilidad intestinal evitando el estreñimiento y contribuir a menores niveles de azúcar en sangre.