Gasteiz cuenta con distintos medidores tanto de las cancerígenas partículas en suspensión PM2.5 como del dióxido de nitrógeno (NO2) también acumulado en su atmósfera, pero carece de datos concretos del impacto que esta contaminación puede tener sobre los entornos escolares. Eso sí, por poco tiempo. 

Una campaña impulsada a nivel estatal por Ecologistas en Acción, que en su quinta edición ha recalado por primera vez en la capital alavesa de la mano de su marca local Ekologistak Martxan y con la participación de Bizikleteroak, va a permitir conocer los niveles de NO2 a los que están expuestas una veintena de escuelas dispersas por toda la ciudad. 

Ubicación de las probetas utilizadas para el estudio. Bizikleteroak

Más certero

Unas pequeñas probetas colocadas durante tres semanas junto a los accesos de los centros van permitir dibujar un mapa mucho más certero de la polución existente en estos espacios tan sensibles, teniendo en cuenta además que los niveles de NO2 que la Organización Mundial de Salud (OMS) considera peligrosos son cada vez más reducidos.

El origen principal de este contaminante son los motores de combustión y, en definitiva, el tráfico rodado. 

El origen principal del dióxido de nitrógeno son los motores de combustión y, en definitiva, el tráfico rodado

Bizikleteroak se ha encargado de la instalación y la recogida de las probetas recorriendo Vitoria, cómo no, a dos ruedas. “Es un método económico y fiable, ya testado en numerosos lugares”, apunta en conversación con NOTICIAS DE ÁLAVA Cristina Llorente, integrante del colectivo.

El siguiente destino de estos dispositivos será un laboratorio donde serán analizados para obtener los valores medios de exposición al NO2 en cada lugar y los resultados se compararán después con los datos de las estaciones oficiales.

Estos estarán disponibles “más o menos” para la próxima primavera. La “idea”, según avanza Llorente, es “volver a recoger muestras” en la ciudad en posteriores ejercicios. 

¿Qué se puede esperar?

Teniendo en cuenta los alarmantes resultados que las campañas previamente realizadas por Ecologistas en Acción a lo largo del Estado han arrojado, es de suponer que Gasteiz no escapará de las señales de alarma, aunque Llorente se muestra cauta y, en cierta medida, esperanzada.

“Si miras, por ejemplo, qué ha pasado en París, donde la calidad del aire ha mejorado mucho en los últimos años con distintas medidas restrictivas hacia el coche, los cambios son importantes”, apunta. 

Una de las probetas colocadas en la ciudad. Cedida

Habrá que ver, eso sí, si las medidas puestas en marcha en la capital alavesa sirven para que los niveles de NO2 junto a los colegios están por debajo de lo recomendado.

“Supuestamente los centros escolares y los sanitarios eran áreas de especial protección del aire en los requisitos del decreto de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), pero eso no se ha tenido en cuenta en la mayoría de las ciudades. Muchas veces las carreteras pasan por medio de los colegios. No somos conscientes de lo que estamos respirando y luego los niños tienen alergias y otras afecciones. La evidencia científica es la que es”, apunta Llorente.

Ecologistas en Acción ha desarrollado desde 2022 cuatro campañas para cuantificar el dióxido de nitrógeno (NO2) acumulado en los entornos escolares como la que acaba de hacer escala en Gasteiz. En total, sin contar con esta última, las mediciones han implicado a 30 núcleos urbanos diferentes y 573 escuelas en total, y sus resultados muestran, según alerta el colectivo, “un panorama en el que resulta urgente la acción local para reducir la contaminación” que respira el alumnado. No en vano, solo tres de los entornos analizados, apenas un 0,52%, cumplen con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La asociación ecologista subraya que, para preservar la salud infantil y conseguir entornos educativos “saludables y seguros”, es preciso implementar una serie de medidas dirigidas a reducir la contaminación en las vías perimetrales de los colegios. Entre otras, se encuentra la pacificación del 100% de los entornos escolares, que implicaría “restringir” el tráfico motorizado en torno a ellos; además, la entidad cree necesario limitar la velocidad de circulación a los 20 kilómetros por hora, “controlar y monitorizar” los niveles de contaminación atmosférica y acústica en los centros, crear caminos escolares y carriles bici “practicables y seguros” para las familias para promover una “movilidad activa” o priorizar el transporte público o el compartido, así como la bicicleta y el peatón.  Además, Ecologistas en Acción insta a “limitar el aparcamiento y el tráfico” en las calles del entorno de los colegios y destinarlas a espacios públicos verdes o de juego, así como a “naturalizar” los entornos escolares para mejorar la calidad ambiental, fomentar el contacto con la naturaleza, la actividad física al aire libre y mitigar el efecto manzana de calor al tiempo que las personas se benefician de los efectos positivos para la salud; por último, la asociación exige “hacer cumplir la normativa vigente penalizando la doble fila en la puerta de las escuelas”.

La integrante de Bizikleteroak se refiere en este punto, por ejemplo, a la autopista existente en el eje Reyes Católicos-Simón de Anda-Basoa, donde se emplaza el instituto Koldo Mitxelena.

La pacificación del tráfico en esta zona sería “fundamental” a juicio de Llorente, quien cree, además, que las ZBE tendrían que extenderse “a toda la ciudad, pero especialmente en los centros escolares”.

Un voluntario de Bizikleteroak coloca una de las probetas usadas para el estudio frente a Toki Eder. Cedida

Un uso “abusivo” del coche

“Las familias jóvenes están bastante motivadas para que haya un cambio radical en la movilidad. Pero no sé si son las que menos protestan, porque cuando se peatonalizan entornos, el ruido que al final se oye es el de la gente que se queja, no el de la que está de acuerdo”, remarca Llorente. 

La representante de Bizikleteroak considera, con todo, que en una ciudad como Vitoria en la que “no hay distancias” el uso del vehículo privado sigue siendo aún “abusivo”, y eso a pesar de las medidas que se han ido implementando para que la bicicleta y el peatón ganen espacios.

“Pero esto suele ser la pescadilla que se muerde la cola. Los padres no les dejan a los chavales ir en bici a clase por el peligro del tráfico y al final terminan yendo en coche. Así que el problema no se soluciona nunca”, lamenta.