La rutina de acudir a una gran superficie donde llenar el carro con todo lo apuntado en la lista de la compra y reponer los huecos en la despensa es algo habitual en este primer cuarto del siglo XXI. Sin embargo hay que remontarse a la década de los 80 de la pasada centuria para encontrar el germen de la nueva mentalidad, que trastocó los comportamientos de los consumidores gasteiztarras y les inoculó la costumbre de ir al hipermercado.

La cooperativa Eroski está inmersa en la conmemoración del cuarenta aniversario de la inauguración del hipermercado de Asteguieta y la transformación que generó en el panorama comercial de Vitoria. Los rectores de Eroski de la época se fijaron en los modelos dominantes en Europa y, en concreto, en el "estilo del hipermercado en Francia, que permitía comprar de todo en una sola planta y era una novedad", explica Josean Yela, responsable de relaciones institucionales. Apenas doce años después de echar a andar como cooperativa, Eroski "se hizo mayor" con la apertura de su primera gran superficie comercial, más de 8.000 metros cuadrados de sala de ventas y 27 terminales de cobro, en forma de hipermercado en las cercanías de la capital alavesa.

La apuesta era arriesgada al decantarse por una Gasteiz, con poco más de 192.000 habitantes en el año 1981, y donde no estaba presente Eroski. La cooperativa únicamente tenía tres locales en el territorio, dos en Llodio y otro en Amurrio, antes de adentrarse en la vorágine de abrir su primer hipermercado y hacerlo en Vitoria. "Precisamente ese hecho fue el que nos llevó a decidirnos por Gasteiz", señala Josean Yela.

No hubo titubeos a la hora de apuntar a la cercana Asteguieta como lugar en el que ubicar el nuevo híper "en unos campos que eran cultivo de cereal", apostilla, Jose Mari Elorza, uno de los responsables en el proceso de apertura y que aceptó el "reto" tras un rodaje de 4 años en Amurrio. El cambio fue vertiginoso y todo lo referido a la construcción del edificio fue "una carrera de obstáculos", rememora Elorza, en conversación con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.

Para hacer frente a semejante desafío "estuvimos recibiendo formación durante 15 días en Francia y visitando superficies comerciales similares". A su regreso comenzó el minucioso trabajo de planificación y diseño del futuro Asteguieta, "sobre planos a escala 1:30 y detallando todos los productos", explica Elorza. Incluso con los operarios embaldosando el terrazo en los pasillos de lo que sería el híper, "íbamos colocando el descriptivo del producto en las estanterías y tapando después las góndolas de las baldas", rememora.

El intenso frío del invierno vitoriano se coló también durante la fase de obras. "En el mes de noviembre, con 13 grados bajo cero, entraba la niebla por el híper y los operarios tenían que estar con focos, porque no se llegaba a ver el fondo de los pasillos", describe.

De manera paralela a las obras se desarrolló el proceso de selección para contar con el personal que atendiera las secciones. Ana Ortiz de Zárate, asumió las labores de recepción en Asteguieta y era la primera persona que los trabajadores de Eroski veían al entrar en las oficinas. "Durante las entrevistas previas se percibían esas ganas de la mujer por volver de nuevo al mercado laboral y recuperar su autonomía después de haberse casado", enmarca Ortiz de Zárate en las singulares circunstancias del panorama social de aquellos años 80.

"Algunas nos pedían poder salir a la una del mediodía para poder conciliar su vida familiar". Otra de las empleadas que recuerda los meses previos a la inauguración es Ana Valverde. Cambió el pausado ritmo del obrador de Confituras Goya por los kilos y kilos que se horneaban en el obrador de la sección de pastelería del nuevo Eroski. "No se daba abasto a hacer dulces. Incluso tuvimos que recurrir a una granja de huevos de Asteguieta, porque no llegaban para hacer las tartas de la inauguración", recuerda Valverde.

Jose Mari Elorza, Ana Valverde y Ana Ortiz de Zárate se emocionan todavía al recordar la jornada de apertura de puertas, el 1 de diciembre de 1981. "Fue como abrir una botella de champán por la gran respuesta y buena acogida de los clientes", sentencia Valverde. Tal llegó a ser el furor generado por el nuevo Eroski entre los vitorianos, que se programó un autobús en el que se facilitaba a la clientela llegar a Asteguieta de forma gratuita, mostrando en el viaje de regreso el ticket de compra.

El éxito de esa inauguración y los años que estuvo funcionando el híper de Asteguieta, hasta su traslado a El Boulevard en el año 2003, reflejan la "ilusión, el valor y compromiso de aquel grupo humano en unos momentos complicados. Es el espíritu de la cooperativa que no se vive en otras organizaciones y no está en ningún manual", describe con satisfacción Raimundo Ruiz de Escudero, responsable de mantenimiento y alimentación en Asteguieta, antes de recalar durante 8 años al frente de Eroski en el El Boulevard.

Los años de Asteguieta han dejado entre este grupo de trabajadores un reguero de anécdotas y recuerdos que aún provocan carcajadas. Ana Valverde no olvida todavía a la clienta que a la hora de ir a abonar su compra mediante el moderno terminal "en lugar de mostrar la tarjeta y teclear el número secreto se acercó el datáfono a la boca y empezó a cantar las cifras", sonríe. Tampoco es difícil no esbozar una sonrisa cuando los clientes se presentaban en información para la "devolución del enredón, porque no se ajustaba a las dimensiones de la cama", termina entre risas.

Primera gran superficie. El híper contaba con una superficie de 14.000 metros cuadrados construidos, 30.000 referencias, 1.500 carritos, 27 terminales de cobro y 130 trabajadores.

El actual responsable de relaciones institucionales de Eroski resalta el hecho de abrir en Gasteiz la primera gran superficie de la cooperativa de distribución.

Tras cuatro años en el local de Amurrio fue jefe de área de productos frescos en el gran centro de Asteguieta.

Encargada de las tareas de recepción en Asteguieta, aún recuerda el deseo de las mujeres por formar parte de la plantilla.

Recaló en el híper desde Confituras Goya y en la sección de pastelería vivió en primera persona el éxito de la inauguración.

Responsable de mantenimiento y alimentación en el hipermercado mantiene aún fresco el "compromiso" de toda la plantilla.