Retrasar media hora la entrada a clase, impartir las asignaturas troncales a partir de las 11.00 horas o no terminar el deporte extraescolar a las 21.00 horas son algunas de las recomendaciones para que los adolescentes duerman las ocho horas que necesitan, una cifra a la que no llegan la mitad de ellos.
Son algunos de los consejos incluidos en el Decálogo de propuestas para unos horarios escolares saludables, que presentó este miércoles en el Palacio Europa de Vitoria la Alianza por el sueño, formada por pediatras y médicos especialistas en sueño.
En la jornada, los doctores Carlos Egea, neumólogo, presidente de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño, y Gonzalo Pin, coordinador del área de Sueño de la Asociación Española de Pediatría, explicaron este documento que se dirige a los centros escolares para que puedan desempeñar su labor académica respetando los ritmos biológicos de los estudiantes.
La primera medida del decálogo es retrasar entre media hora y una hora el horario de entrada a clase, que en la ESO suele ser las ocho de la mañana, para reducir la somnolencia. El motivo es que en la adolescencia hay lo que se llama un “retraso de fase”, es decir, que se duermen más tarde. La consecuencia es que el 52% de los adolescentes en el Estado van a clase habiendo dormido menos de ocho horas.
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Además, con la edad, el porcentaje de niños y adolescentes que duermen menos de lo recomendado va aumentando: de tercero de primaria a cuarto de la ESO se dedican dos horas menos a dormir entre semana.
Esta situación se intenta revertir los fines de semana, cuando el 48% de la población infantil duerme más horas de las recomendadas. Esto es lo que se conoce como el jetlag escolar, que provoca que uno de cada tres escolares pueda presentar síntomas de somnolencia diurna y un cansancio que les impide desarrollar sus tareas y actividades con normalidad.
Otra recomendación es impartir las clases principales a partir de las 11.00 horas. En la adolescencia, la capacidad de aprendizaje y la capacidad de mantener la atención es mínima entre las 8.00 y las 10.30 horas, y sube de 11.00 a 13.00 horas y después de comer.
Lo mismo para los exámenes: ponerlos a partir de las 11.00 horas y a mitad de semana.
También, según el análisis realizado, se aconseja descansar entre clases, entre tres y diez minutos, y cuidar los horarios de la comida: ya que si salen del instituto a las tres, hasta las cuatro no comen, lo que crea riesgo de atracón.