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El 40,4% de mujeres con discapacidad ha sufrido violencia de género

Más de un tercio no ha denunciado por miedo, culpa o desconocimiento, según revela un estudio impulsado por Inserta Empleo (Fundación ONCE) presentado este miércoles en Vitoria

El 40,4% de mujeres con discapacidad ha sufrido violencia de género

Las mujeres con discapacidad son más vulnerables (40,4%) a sufrir violencia de género que el resto (32%), el 57,6% ya la tenía antes de sufrir esta lacra y más de un tercio no ha denunciado por miedo, culpa o desconocimiento. En Euskadi, el 65,7% ha denunciado, el 12,9% vive en una situación precaria y un 2,7% en este 2025 todavía convive con el maltratador. Así lo revela el estudio Ojo al dato, impulsado por Inserta Empleo, la entidad de la Fundación ONCE para la formación y empleo,y enmarcado en la iniciativaMujeres en Modo On Violencia de género, que ha analizado en profundidad este fenómeno, y que ha sido presentado este miércoles en el museo Artium de Vitoria.

Su objetivo es visibilizar esta “problemática silenciada” y servir como una “llamada colectiva” a la acción.

Lo ha hecho en una jornada, con representantes de las principales instituciones, y en la que se han desgranado los hallazgos de este estudio, en el que han participado más de 1.600 mujeres (actualmente, superan las 4.000), que de forma pionera ha analizado esta “problemática silenciada”, gracias a un análisis estadístico, entre los datos de Inserta Empleo y el contraste con otros informes, más un enfoque cualitativo, al tener en cuenta historias de vida, grupos de discusión y entrevistas de profundidad. 

En imágenes: Presentación en Vitoria del estudio sobre mujeres con discapacidad y violencia de género

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"La base más ampliada"

“El volumen y técnicas empleadas lo convierten en la base más ampliada al respecto”

“El volumen y técnicas empleadas lo convierten en la base más ampliada al respecto”, destacó Marta García Gómez, técnica de proyectos de Inserta Empleo en este acto que también ha servido para escuchar testimonios reales recogidos en el libro La voz del coraje, junto a nuevos casos para ayudar a comprender sus vivencias y necesidades, “de miles de mujeres atrapadas por una doble discriminación: de género y de discapacidad”.

Por su parte, el diputado foral de Políticas Sociales de Álava, Gorka Urtaran, tras recordar la puesta en marcha de Tximeletak Zentroa, subrayó que “los Servicios Sociales tienen que ser un agente activo. Primero, porque estamos a pie de calle y segundo, para reflexionar en políticas públicas que prevengan estas situaciones”.

Urtaran, en el acto de este miércoles en el museo Artium

Cuatro claves

De acuerdo a este informe, su perfil responde al de una mujer entre 45 y 55 años (60%), desempleada (71,7%) y con nacionalidad española (92%).

Y el hecho de que sean más vulnerables a sufrir esta lacra se sustenta en cuatro claves: como argumento para alejarlas del mercado laboral (impidiendo así su independencia económica y el establecimiento de relaciones), porque se vincula el miedo a perder sus hijos (ante un posible dictamen que las considere no capacitadas para su cuidado), como arma para la vejación e insultos (convenciéndolas de que nadie más que él podrá querer a alguien “así”) y que si la discapacidad es congénita, es probable, que desde la infancia, haya vivido violencia y bullying, condicionando así su autoestima.

Tipos

Con respecto a los tipos de violencia, la más frecuente que sufren es la psicológica (91%), con frases del estilo “tú no sales así vestida, no sirves para nada o eres una tullida”, seguida de la física (72%) y económica (43%), “porque se le da lo justo para sobrevivir o tiene que entregar todo su dinero al maltratador”. 

En cuanto a la psicológica, “como no hay señales físicas, va a ser difícil que la víctima tome conciencia de su situación, que las crean cuando van a denunciar y también menos creídas por su entorno cercano porque el maltratador se suele mostrar encantador”.

En situación precaria

“A pesar de que la mayoría de las mujeres afirman tener satisfechas sus necesidades, se identifica una situación de precariedad general (ya que el 88,1% cubre sus necesidades básicas con dificultad), unido a preocupantes datos de violencia vicaria (un 9% reconocía sufrirla en el momento del estudio, aunque el porcentaje en la actualidad se eleva al 18,52%) y de convivencia con el maltratador (un 2,9% convivía con él en el momento del informe y un 6,5% en 2025).

El análisis estadístico también revela que el 75,5% conoce el ciclo de la violencia de género, caracterizado por tres fases que se van repitiendo: luna de miel, acumulación de la tensión y explosión de la violencia.

Lo habitual es que la fase más bonita se acorte con el tiempo y el resto, se alargue y se hagan más intensas. Y un porcentaje similar (75%) tiene o ha tenido establecidas medidas de protección. 

Los cinco detonantes

Son cinco los detonantes que ayudan a dar el paso: agresiones graves con hospitalización, identificación con un persona de películas o series, campañas informativas o de sensibilización contra la violencia de género, proteger a los hijos y llegar al borde de la muerte tras una paliza.

"LO QUE NO SE CUENTA, SE QUEDA DENTRO"

Para Cristina Fernández Villalba, "lo que no se cuenta, se queda dentro y lo que se queda dentro, se convierte en enfermedad". Cuenta como todo eso terminó un 11 de marzo, a las diez y media de la noche. "Él vino bebido, me arrinconó en la cocina, me puso un cuchillo en la garganta, me dio un golpe fuerte en el vientre y me empujó contra la pared, mientras me preguntaba que con quién me había acostado. Pensé que me iba a matar. Le miraba a los ojos y creí que lo haría: matarme. Le dije: si salgo viva de esta cocina, no volveré a hablarte en mi vida".

Consejos

Los consejos para otras mujeres en su misma situación son, entre otras, “que no se queden por sus hijos, que salgan de ahí con ellos”, “que busquen nuevas amistades” y empleo,“que nada volverá a ser como antes porque él no va a cambiar” y que “no se sientan culpables, que las víctimas son ellas”.

Ocho recomendaciones

Por último, lanza ocho recomendaciones: desarrollar acciones orientadas “a dar voz y visibilidad” al colectivo; trabajar desde el ámbito educativo en la identificación precoz de hogares en los que están viviendo situaciones de violencia machista; incluir la discapacidad en las campañas de sensibilización contra esta lacra; que desde las instituciones “resultan apremiantes” medidas de accesibilidad universal y personal experto en discapacidad; poner a disposición recursos psicológicos “accesibles, asequibles y sostenidos en el tiempo” y recursos habitacionales; desarrollo de una legislación inclusiva, que considere de forma explícita la discapacidad como una variable de interseccionalidad en la violencia de género, y formar e informar al tejido empresarial “para adaptar procesos y garantizar un entorno laboral sano y seguro”.