Los 95 menores ucranianos que han pasado las vacaciones de verano acogidos por familias de Euskadi y Navarra, pertenecientes a la asociación Chernóbil Elkartea, regresan a su país desde este mismo jueves. Los niños y niñas partieron en autobuses, a distintas horas a lo largo de la mañana, desde Pamplona, Irún, Arrigorriaga y el aparcamiento del Centro Comercial Gorbeia de Vitoria.
En concreto, han sido 12 los niños y niñas de entre 6 y 12 años que se despidieron este jueves de las 12 familias alavesas de acogida que les han dado cobijo durante julio y agosto, los dos meses que se enmarcan dentro de las vacaciones estivales. La asociación Chernóbil Elkartea, que desde 1995 trabaja para brindar a los menores de este enclave de Ucrania un verano de descanso, señala una batería de beneficios para ellos: desde tomar distancia con el conflicto bélico que azota al país desde 2022, hasta alejarse de la radiación de la propia zona.
Los participantes de este programa tienen edades comprendidas entre los 6 y los 18 años, pero los llegados a Vitoria no superan los 12. Tras disfrutar de dos meses en los que han dormido tranquilos y “no salen corriendo cuando suena una alarma antiaérea”, toca regresar con la maleta cargada de recuerdos a su tierra natal. Durante su estancia en la capital alavesa han podido hacer deporte, ir a la piscina, jugar en la calle sin contratiempos e incluso visitar la playa.
Amaia, por ejemplo, ha acogido a dos hermanos ucranianos de 10 y 11 años. Pertenecen a una familia que no dispone de agua corriente en su lugar de origen y que durante este verano ha podido disfrutar de todo tipo de actividades. Entre ellas, el mayor incluso se atrevió con el surf en la playa de Mundaka, de donde es Amaia. Además, ambos son conocidos por ella y su marido, pues la primera vez que los acogieron fue cuando los hermanos tenían 6 y 7 años respectivamente y comenzó la guerra.
La despedida entre los niños y sus padres de acogida fue de lo más emotiva y, en el caso de Amaia, aseguró que “echará de menos el ruido” que los dos pequeños ucranianos aportaban al ambiente de su hogar. En cualquier caso, en su situación particular mantiene un contacto a distancia con ambos, procurando realizar una vídeollamada a la semana para charlar y, entre otras cosas, no olvidar el euskera, ya que estos dos menores han sido capaces de aprenderlo. La zona de procedencia de los niños –el territorio próximo a Chernóbil–, es “una zona declarada catastrófica y económicamente muy castigada”.