De blanco, con el pañuelo rojo ataviado al cuello y las gargantas en forma, los auroros inician este domingo 3 de agosto sus reconocidos cánticos para anunciar las fiestas en honor a la patrona de Vitoria, la Virgen Blanca. A ella le cantan, con una visible emoción, pero sobre todo, con una gran devoción.
Un año más, a las 9.00 horas, alrededor de medio millar de vitorianos se han citado en la Balconada de San Miguel, el santuario de la Virgen, dispuestos a rondar por las calles, vecindades y hornacinas del Casco Viejo para anunciar las fiestas. Un llamamiento organizado por la Cofradía de la Virgen Blanca que retrata todo lo que está por venir en esta nueva edición de festejos, que, sin duda, se espera que sean multitudinarios.
En este sentido, ha sido la nueva abadesa de la cofradía, Blanca Aguillo, quien ha comenzado la jornada recordando a los cofrades fallecidos, como la exabadesa de la Cofradía de la Virgen Blanca, Cristina Fructuoso.
Aunque también ha habido momentos de felicitación, entre ellos, el nombramiento de la propia Aguillo y el de la músico Begoña Divar como Celedón de Oro. Ambas juegan con un importante papel este 4 de agosto, pues serán dos de las protagonistas que lancen el esperado cohete festivo.
"Es una forma de recibir las fiestas y, como vitoriano, lo hago con mucho orgullo"
Así, arropados por una madrugadora muchedumbre, los auroros abandonan paulatinamente la Balconada por las escalinatas de San Miguel y dirigen sus voces hacia las hornacinas de la calle Correría, donde realizan tres paradas: Virgen Blanca, La Vega y Santa Ana.
Un dulce desayuno en Santamaría
La mañana avanza y la comitiva lleva su ronda de cánticos hasta el pórtico de la Catedral Santa María, espacio que les facilita la Fundación Catedral y el Obispado de Vitoria. Dentro del templo, los auroros vuelven a entonar su repertorio musical acompañado de instrumentos y, minutos más tarde, en el corazón de la plaza, les esperan Luis López de Sosoaga y los amigos de la Peña los Álava para dar ese toque dulce a la cita.
Concretamente, para atender el desayuno ofrecido por la cofradía y repartir, aproximadamente, medio millar de raciones de chocolate con kotxotxos, típico bizcocho que el grupo coral degusta antes de retomar itinerario por la calle Cuchillería.
Una vez se adentran en la arteria y sus hornacinas (San Marcos, San Antonio de Padua y Cordón de San Francisco), acompañados de otros cientos de gasteiztarras que no han querido perderse el acto religioso, los auroros ponen rumbo a la Balconada, donde se colocan para tomar la tradicional foto familiar en la escalinata, que, un año más, se queda pequeña.
Canciones
A lo largo y ancho del recorrido, se han escuchado diferentes himnos dedicados a Vitoria y a su patrona. Con las letras en las manos, por si acaso, el coro ha arrancado la ronda con el Ave María, que se estrenó en 2019, con letra de Ramón Loza y música de Jesús Moraza.
Después, han repetido en varias ocasiones las Auroras 2012 y 2025, ambas con letra de Karlos Aguirre y música de Jesús Moraza. Y, por supuesto, no podía faltar el himno a la Virgen Blanca.
Vitorianos de fe
Lo cierto es que, si hay una tradición que la población veterana se niega a perder es esta. Ya lo dice Javier Fernández, miembros de la comitiva desde hace once años. "Es una forma de recibir las fiestas y, como vitoriano, lo hago con mucho orgullo", comparte el gasteiztarra, quien señala que todos los años asiste al Rosario de la Aurora el día grande, el 5.
Una manifestación popular de fe y de tradición que tampoco se pierden María, Begoña y Milagros, tres generaciones de mujeres auroras, y orgullosas de serlo. También son cofrades "desde hace tiempo". "Hay que honrar a la Virgen Blanca, es algo nuestro. La fiesta, la tradición y la diversión van unidas. Es un vínculo que no se puede romper", considera la veterana Milagros.
Por su parte, la joven María, que entro en la comitiva "como acompañante", destaca de La Blanca los reencuentros y el "poder compartir la tradición con la gente que quiero y que me quiere".