La familia del caserío arrasado por un incendio en Oleta pide ayuda para resurgir de sus cenizas
Lanzan una campaña de donaciones para ayudarles a renacer porque en mayo lo perdieron todo por las llamas
Cual ave fénix, la familia del caserío Obena, del concejo de Oleta (Aramaio), que el pasado mayo quedó completamente arrasado por las llamas, intenta renacer de sus cenizas.
“Todo tipo de ayuda será bienvenida”, es el mensaje que lanzan desde su cuenta de Instagram (@obenabaserriazutik) mientras intentan recomponer su vida los que hasta ese momento allí residían: el matrimonio compuesto por Jose Mari (68 años) y Mari Carmen (69), su hija Meritxel (44) y los hijos de ésta última: Aitzol (15) e Irati (8).
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Donaciones
Y gracias a la solidaridad ciudadana, ya les han llegado mantas, alguna bicicleta para la pequeña de la casa y hasta muebles, porque esa noche del lunes 12 de mayo, salieron de su baserri con lo puesto. En pijama, para ser exactos, porque el incendio surgió, para colmo, en el peor de los momentos: de madrugada.
“Estaban todos en la cama. Fue Aitzol, que duerme en la planta de abajo, el que empezó a escuchar ruidos en la planta de arriba”
“Estaban todos en la cama. Fue Aitzol, que duerme en la planta de abajo, el que empezó a escuchar ruidos en la planta de arriba. Pensaba que era su abuela, que se había puesto a ordenar, pero al subir, y ver que caía fuego del tejado, fue cuando empezó a gritar: ¡Fuego, fuego! Y gracias a eso, han vivido para contarlo todos”, relata Daiane, sobrina de Jose Mari y Mari Carmen. Es la persona que les está llevando las redes sociales y la que también ejerce de portavoz familiar, puesto que ellos todavía “siguen sobrepasados”.
20 efectivos
Hacia las 00.25 horas de esa noche del lunes al martes,SOS Deiak tuvo conocimiento de este suceso, originado, según parece, por una mala instalación de la chimenea, que movilizó rápidamente para su extinción al parque municipal vitoriano (con 13 bomberos y cuatro camiones), con el apoyo del parque guipuzcoano de Zubillaga-Oñati (con otros siete bomberos y tres camiones), junto a agentes de la comisaría de la Ertzaintza de Deba-Urola.
Esos 20 efectivos, trabajaron durante cinco horas para sofocar las llamas de ese voraz incendio.
“Hay un seguro de por medio, pero solo cubre la estructura, nada más”, resalta Daiane.
“Lo que más fuerza nos da”
Después del susto y del desorden que trajo el incendio, “poco a poco nos vamos asentando. Ahora estamos viviendo en un piso de alquiler en Otxandio, (a seis kilómetros de Oleta). Estamos todos juntos, y eso es lo que más fuerza nos da para seguir adelante. No está siendo fácil, pero sentirnos acompañados y unidos lo hace mucho más llevadero”, explica la familia que, al menos, sí que ha tenido la suerte de sentirse “muy arropada” por familiares, amigos, compañeros, ikastolas, vecinos... “Nos emociona y reconforta saber que están ahí cuando más los necesitamos”.
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Las aportaciones han sido muy variadas: ropa, mantas, sábanas, calzado, objetos básicos del día a día, botiquines, ayuda física, apoyo económico “y, sobre todo, muchísimo cariño, ánimo y cercanía. Todo esto nos ayuda a mantener una actitud positiva y a conservar vivas las ganas de luchar”.
Daiane, por ejemplo, recuerda lo mucho que se han volcado al respecto en Ikasbidea Ikastola (Durana), en la que estudia Aitzol, “donde han conseguido reunir desde ropa, mantas, a electrodomésticos, como batidoras, y hasta una bici para la niña”. Y también un club de gimnasia rítmica o Caype, que ha donado material escolar.
Y aunque el fuego les ha hecho volver a empezar, siguen teniendo la mirada puesta en rehacer su hogar “y volver a disfrutar de nuestra casa, ese lugar en el que decidimos echar raíces hace ya tiempo. Seguimos adelante con iniciativas que suman en este proyecto común”.
Para ello, han creado esa cuenta en Instagram, desde donde comparten el proceso de su renacimiento, “como forma de agradecimiento a las personas que lo están haciendo posible”, y que está abierta a aportaciones o mensajes de apoyo.
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Llaveros solidarios
En ella, también muestran una iniciativa muy especial, nacida del gran corazón de su primita Ane, de 8 años, hija de Daiane.
“Ella quiso ayudar vendiendo lo que sabe hacer: llaveros, por tres euros, a los que bautizó con el nombre de Obénix, mezcla de Obélix y Obena.Además, contamos con un número de cuenta para colaborar económicamente ES1020950057509124763097”, cuenta su ama.
“Lo mínimo para ellos es mucho”, anima.
En resumen, que no dejan espacio al desánimo ni a la frustración: “Vamos a seguir luchando, trabajando y agradeciendo cada gesto de ayuda que nos impulsa hacia nuestra meta: volver a nuestro hogar”.
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