El sector vitivinícola alavés está a la expectativa de las consecuencias que pueda tener la imposición de un arancel, de hasta el 200%, para su comercialización en Estados Unidos (EEUU). Una amenaza que nace tras el anuncio de la Unión Europea de aplicar una serie de aranceles sobre los productos estadounidenses, en contestación a los recargos del 25% al acero y al aluminio que entraron en vigor el pasado miércoles.
Diversos representantes del sector consultados todavía no quieren manifestarse públicamente al respecto, al contar que “todavía no es más que eso: una amenaza”, aunque sí que no ocultan su preocupación, por si llega a materializarse, ya que el vino es el producto agroalimentario que más se exporta de Euskadi a EEUU.
El año pasado, esta exportación alcanzó un valor de 36,4 millones de euros, según datos facilitados a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA por la Interprofesional del vino (OIVE) y en 2023 fue de 33 millones.
De esta manera, Euskadi fue la tercera comunidad con el monto más alto al respecto, tras Cataluña (77,5 millones) y La Rioja (53,7 millones).
De ahí que, de llegar a cumplirse esta advertencia de Trump, el sector ya piense en soluciones alternativas. Entre ellas, las de llevar sus caldos a otros mercados, como Canadá, México, Australia, China o Japón.
“Fuera de disputas”
“Nos unimos a la petición del sector del vino europeo: el vino debe quedar fuera de las disputas políticas y comerciales. Un sector que, solo en España, representa casi el 2% del PIB nacional y genera más del 2% del empleo directo e indirecto, no puede verse afectado por decisiones que van más allá de su ámbito”, anuncia la Interprofesional del Vino, que, por estos motivos, espera “que las administraciones defiendan y protejan a un sector estratégico, que no solo impulsa nuestra economía, sino que también forma parte de nuestra cultura, tradición y proyección internacional”.
“Que reine la cordura”
Preguntado también por ello, José Luis Lapuente, director general del Consejo Regulador de la DOCa Rioja, desea “que reine la cordura” ante la amenaza de imponer aranceles al vino.
“Lo primero que hay que decir es que nos estamos desayunando todos los días noticias que alimentan una escalada. Vamos por el 200%, creo que manejamos cifras que se convierten en histriónicas, pero, más allá de la broma, hay que tomarse el problema en serio. Triplicar el precio de un producto, obviamente, es sacarlo del mercado. Y, para nosotros, el estadounidense es muy importante en términos de rentabilidad y volumen”, remarca.
En concreto, es su tercer destino en materia de exportación. Representa algo más del 10% en volumen y casi el 15% en valor, “lo cual nos hace preocuparnos sinceramente por el tema. Si bien, no hay que obviar que estamos en 136 países y si fuéramos a cifrar lo que es este volumen en nuestra comercialización total, estamos hablando de un 4%, con lo cual, es un problema relativo. Pero que no por ello, tiene que hacernos quitar el foco de allí. Y, en este sentido, estamos todavía expectantes y confiando en que no se produzca un desenlace final”.
Lo que estamos asistiendo, como dice, es a iniciativas que persiguen de un lado, la máxima negociación y el entendimiento a nivel comunitario con las instituciones estadounidenses. Iniciativas que no solo se dirigen al Ministerio de Economía y a las autoridades europeas, sino también a la propia embajada estadounidense en España, buscando que el vino no se convierta en un elemento de reciprocidad ni tampoco en un elemento de intercambio de golpes”.
A la economía americana
De cualquier forma, hay que tener presente también el daño que se haría al producto pero también a la economía americana.
“Leí hace poco cómo se cifraba también en pérdidas de puestos de trabajo el impacto que pudiera tener esta medida en todo el canal de hostelería estadounidense porque al final es una estructura que obedece mucho a la retribución mediante propias. Y es evidente que si decae o desaparece la presencia en esos establecimientos, aquellas personas que viven al menos parcialmente de lo que se genera con esa comercialización, se van a ver perjudicadas porque no olvidemos que estamos hablando de productos con nombres y apellidos”, apunta Lapuente.
Es el caso de Rioja, “con una máxima notoriedad tanto a nivel nacional como internacional que no se puede sustituir con un commodity”, es decir, no hay un intercambio que sea fácil a la hora de sustituir un producto que sea marquista, “y lo estamos viendo en un país como Canadá, cercano a EEUU, el propio daño que se hace a los vinos locales y a su posible comercialización exterior, con lo cual, el deseo es que reine la cordura y que esto se convierta en alharacas de mañana y que finalmente no consuma una sinrazón en un mundo globalizado y en el que ya no somos autosuficientes. No podemos dibujar un régimen autárquico. Eso lo tenemos que superar y lo que tenemos que buscar es tender puentes”, subraya director general del Consejo Regulador de la DOCa Rioja.
Más a las grandes bodegas
Por parte de la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA), su presidenta Itxaso Compañón, explica que, a priori, esta amenaza afecta más a las bodegas grandes porque son las que más exportan, ya que las más pequeñas y familiares, como las que representan, se centran más en el mercado estatal y local. En todo caso, han quedado en reunirse para hacer una valoración más profunda al respecto.
"Un riesgo muy relevante"
Por ejemplo, desde el grupo bodeguero La Rioja Alta S.A., “al igual que el resto del sector, en nuestro grupo seguimos con atención y lógica preocupación esta amenaza arancelaria".
De cumplirse finalmente, en su caso, "supondría un riesgo muy relevante que puede afectarnos de manera significativa ya que, actualmente, EEUU es nuestro primer mercado de exportación y el que, además consideramos que tiene más futuro y capacidad de crecimiento. Allí actualmente disponemos de dos oficinas comerciales y también un almacén propio. Se trata de un mercado por el que hemos apostado mucho desde hace muchos años y en el que hemos alcanzado además un muy importante reconocimiento con nuestros vinos. Evidentemente, sería una mala noticia tener que pararlo todo ahora”.
"Repercutiría en el consumidor"
En el caso de Bodegas Launa (Laguardia), construida bajo tierra y junto a la Sierra de Cantabria, en una finca de 85.000 metros cuadrados plantados con viña, Unax Unzalu, su propietario, aclara que en EEUU tienen una importadora “muy pequeñita, así que trabajamos muy poquito allí. No es un mercado de suma importancia para nosotros que afectaría a la facturación de la empresa”.
Así que de hacerse realidad esa amenaza arancelaria, sobre todo, les repercutiría en una subida del precio en la propia botella, “afectando al consumidor final y haciendo que otros vinos sean más competitivos”.