El vitoriano José Valiente, haciendo honor a su apellido, no ha dudado a primera hora de la mañana de este jueves en ponerse en medio de la carretera, en plena calle Paula Montal, una de las arterias con más trasiego del barrio de Sansomendi, para evitar el atropello de tres niños, de unos 6 años, frente al IPI Sansomendi.

El susto se ha producido justo en el mismo paso de peatones donde hace casi dos años atropellaron a otro menor, de 5 años, frente a este colegio, lo que le provocó “heridas y huesos rotos que le llevaron a estar casi un año escayolado”, recuerda el secretario de la asociación vecinal Kaleartean, de Sansomendi.

Colocación de semáforos

Dada la preocupación que se generó en el barrio desde entonces, los vecinos pidieron al Ayuntamiento que tomara medidas para asegurar que los coches disminuyeran su velocidad, en una zona a la que no deberían ir a más de 30 kilómetros por hora, “pero que van a 70 y eso ya no es una infracción. Es un delito”.

El Consistorio se comprometió a analizar seriamente cómo podía mejorar la seguridad vial en esta calle no solo con muchos coches, dada la densidad de población de Sansomendi, sino también con muchos peatones.

Y es que por allí pasan tanto sus vecinos más txikis, al haber tres colegios en esta misma vía, como los más mayores, “porque el Bizan está justo al lado”.

“Antes de Navidad, tuvimos una reunión con el Ayuntamiento y nos dijeron que nos lo iban a solucionar, pero seguimos igual”

José Valiente - Asociación vecinal Kaleartean, de Sansomendi

“Nos solucionaron el problema en el paso de peatones de Escolapias, donde pusieron un semáforo, pero en el del IPI Sansomendi, donde casi atropellan esta mañana a tres niños, no. Antes de Navidad, tuvimos una reunión con el Ayuntamiento y nos dijeron que nos lo iban a solucionar, pero seguimos igual”, censura.

Semáforo frente a Escolapias-Paula Montal.

Falta de visibilidad

Aparte de la velocidad, otro problema en Paula Montal es el de la falta de visibilidad, “en todos los pasos de peatones, hay unos dos metros donde no se puede aparcar, pero como no hay ningún pivote, estaciona cualquiera y los dejan donde les da la gana, y los niños tienen que salir a la carretera a ver si vienen coches. El vehículo que les viene no les ve, y los niños tampoco... Estaba viendo que esos tres niños querían pasar y a un camión que les obstaculizaba la visión...”.

Así que como el accidente “era inevitable, me he tenido que poner en medio de la carretera para que los niños pudieran cruzar a salvo. El otro día volví a preguntar en el Consejo Social del Municipio que cuánto vale la vida de unos niños para ellos. Estos semáforos tendrían que estar colocados en septiembre del año pasado y solo están en un punto. Pedimos que cumplan con lo pactado”.