La del jueves fue una de esas jornadas en las que uno se reconcilia con el mundo. Acudir junto a los más veteranos para observar cómo disfrutan de La Blanca es un ejercicio de regocijo festivo comparable solo a momentos únicos.
Este 8 de agosto encabezaron un paseíllo un tanto peculiar por las circunstancias ajenas y que, por desgracia, ya son recurrentes cada año por estas fechas.
No en vano, muchos de los integrantes de las cuadrillas de blusas y neskas se anudaron pañuelos morados como señal de protesta por los dos casos conocidos ayer de agresiones sexuales ocurridos durante las últimas noches en Gasteiz.
SE NOTAN LAS BAJAS
Pero eso es otra historia. Los veteranos encabezaron un paseíllo en el que ya se notan las bajas por el paso de horas de bullicio festivo. Cachabas y muletas mediante, el que tuvo, retuvo, y el que no pudo, echó mano de los elementos.
Sin ir más lejos, el movimiento existente ya en otras ciudades Bicis sin edad, dio un paso adelante al integrarlo plenamente en las fiestas. Voluntarios salieron con dos triciclos eléctricos con pedaleo asistido, en el paseíllo de ida con la cuadrilla Bereziak, en el día de las Neskas y Blusas Veteranos.
Tras ellos, el resto de las cuadrillas, que cumplieron la jornada sin estridencias muy castigados por el calor y por los excesos de fiesta y de actividad.
Quien más quien menos, sobre todo, los más cumplidores, daban ayer muestras de agotamiento, ocultadas, eso sí, por los brebajes de colores sorprendentes que, visto lo visto, parecían revivir a un muerto, que ya solo quedan un día para disfrutar o reventar.