Aunque el cielo amaneció este domingo con unas nubes amenazantes, a las 15 personas que participaron esta mañana en una quedada de patinaje en Vitoria no les ha hecho falta asomarse el balcón para ver si iba a llover o no porque tenían garantizado que todo iba a ir sobre ruedas, al desarrollarse bajo techo, en el polideportivo de El Campillo.
Allí, en pleno Casco Viejo, tuvo lugar, de 11.30 a 13.00 horas, por segunda vez este mes, esta cita que impulsa el Ayuntamiento dentro de sus Domingos deportivos.
Dos requisitos
Una iniciativa que es de entrada libre para personas de más de seis años y que únicamente deben de cumplir dos requisitos: llevar casco y que los menores de 8 años vayan acompañados de un adulto.
Y todos ellos, al margen de su edad, se lo han pasado la mar de bien: desde esos txikis que lo practican en cuanto tienen la ocasión, a esas valientes madres que aunque llevaban años sin atrever a ponérselos, decidieron vencer sus miedos para compartir una buena mañana con sus ‘peques’.
“Me llegó un correo electrónico de los centros cívicos y como nos gusta patinar a las tres, nos hemos animado, aprovechando que podíamos hacerlo este día”
“Me llegó un correo electrónico de los centros cívicos y como nos gusta patinar a las tres, nos hemos animado, aprovechando que podíamos hacerlo este día”, contaba Míriam, amatxu de Alaitz, de 10 años, e Izaro, de 7, que llevaba “un montón de tiempo” sin patinar, “así que igual vengo a caerme solo”, bromeaba esta mujer que aprendió a deslizarse sobre ellos hace 15 años, con unos 25, cuando se apuntó a unos cursos en Ariznabarra porque “de pequeñita no patinaba, aunque sí que tengo el recuerdo en casa de tener unos que se ataban con correa, pero no me llamaba la atención”.
Por bicicarriles y lonjas
El ‘gusanillo’ del patinaje, por tanto, le entró ya de adulta y tras ese curso de aprendizaje, “formamos un grupito y nos íbamos a patinar por los bicicarriles de Vitoria y al año siguiente, nos cogimos una lonja para seguir practicando, pero luego empecé a no poder hacerlo por horarios del trabajo”.
Nada que ver con su pequeña, que patina todas las semanas y lo hace, además, bien acompañada por otra amiga, “con la que se ha apuntado a una extraescolar de la ikastola para patinar”, o con su hija mayor a la que también “le encanta” hacerlo.
“En general, a ellas les gusta mucho cualquier actividad que tenga ruedas. Y esta, de los patines, les parece muy divertida. Es una manera de hacer algo diferente un domingo y practicar algo de deporte, pasando un buen rato”, destacaba.
Por esas buenas razones, Míriam animó a una amiga suya a que acudiera a esta quedada.
Primera vez
“Yo también es la primera vez que vengo con mi hija de 7 años. En mi caso, hace un año que no patino. Hemos traído los patines de toda la vida, los de cuatro ruedas, porque hace tiempo que nos los tocábamos para ver si sobrevivimos”, contaba también entre risas esta última progenitora que “por cuestiones personales” prefería no dar su nombre.
Y pese a que ambas amatxus llevaba años sin calzárselos, nada de eso se notó en cuanto empezaron las primeras indicaciones de Nuria Pardo Pérez, monitora de esta quedada, ya que salvaron a la perfección todos los obstáculos que esta joven experta en hockey sobre patines puso en el suelo, “para patinar y jugar un poquito para que se lo pasen bien y aprendan”, avanzaba Pérez, que lleva patinando desde los tres años.
Y vaya si lo hicieron. Entre ellos, los seis menores tutelados, desde los 6 hasta los 10 años, que aunque también era la primera vez que se apuntaban a esta quedada, demostraron lo mucho que disfrutan sobre esas pequeñas ruedas.
“Les gusta mucho patinar y decidimos apuntarnos”, precisaba su educadora Mari Luz.
Patinando con una pierna y dando saltos
“Vamos a empezar patinando alrededor de la pista y os voy a ir diciendo unos números para que hagáis cosas diferentes”, les presentó Pérez.
Así, cuando decía “1”, saltaban y con el “2” patinaban solo con una pierna lo que no impidió que algún valiente se animara así a saludar a su público.
Cuando era el turno del 3, cambiaban de sentido.
Con el 4, se tiraban al suelo y rodaban haciendo ‘la croqueta’.
Con el 5 era el momento de “hacer el coche”, agachándose mientras iban deslizándose. “Muy bien”. celebraban desde la grada. Y cuando oían el “7” daban dos palmadas bajo la rodilla de la pierna que tenían alzada.
Media hora después, al mediodía, pararon en ‘boxes’ para beber agua y reajustarse cascos. Y tras este breve receso, comenzaron a frenar en cuña y a hacer un circuito plagado de obstáculos.
“¡Uau!”, exclamaron los ‘peques’ al unísono tras la demostración de su monitora. Pero todos lograron sortearlo, con creces, tras un aprendizaje en tiempo récord, digno también de admiración.